Como en una especie de club solitario de artistas anónimos, un hombre sólo se enfrenta a su adicción y a sus miedos. Con un libro de autoayuda para personas como él, titulado El Camino del artista, inicia su propio camino, una espiral de dudas y miedos, de encuentros y deseos que se convierte en una rueda de indefinido final. Una galaxia de estrellas que giran dirigiéndose hacia un mismo punto. Así es su vida y quizá… así es la nuestra.
Borja está bloqueado: sus 36 años de vida han estado enfocados a un único objetivo, triunfar como actor. Pero ¿qué es el triunfo? Es actuar en espacios decentes o no, es cobrar lo que es justo y no morirse de hambre subido en un escenario, es terminar todos los proyectos que se empiezan y te apetecen, es ser conocido —o mejor aún, reconocido—, es elegir las obras en las que participas, es en definitiva, la vida que lleva Borja pero elevada a la máxima potencia, aunque quizá él no lo sabe.
Este joven artista aún conserva la esperanza, lucha contra el censor que constantemente le echa en cara su forma de vida y los monstruos que aprovecharon su poder y el respeto que infligían para machacar al inmaduro e inestable ser.
Hoy, libro en mano, eligiendo lo mejor del mismo y rechazando lo que considera autobombo de la autora que parece presentarse como salvadora de almas debilitadas pero aún vivas, de artistas vivos pero casi muertos… se desnuda en cuerpo y alma para el público, compartiendo así su dolor y convirtiéndolo en una catarsis aristotélica en la que el espectador pasa a experimentar sus propias pasiones proyectadas en Borja, pero sin el miedo a caer en sus efectos, siendo por ese medio, supuestamente salvado de caer en los mismos errores.
Para completar este juego dramático, los autores de la obra Raúl Marcos y Borja Cortés han querido completar el evento con un espacio de participación activa donde cada uno puede activar los remedios que se sugieren en el libro, tal y como hace el protagonista.
En la obra, mezcla de textos escritos con pura improvisación al más estilo Impromadrid, un único actor se desvive durante una hora y media, en un espacio sobrecogedor y frío, que semeja una bajada a los infiernos, para hacernos comprender lo dura que es la vida del artista… o sea la vida.
La esperanza sin embargo asoma tomando forma de papel, donde él dibuja sueños e ilusiones que después utiliza para revestirse como si fuera una vestidura mística dotada de poder para convertir lo pintado en realidad. Porque aunque Borja reniegue, no puede negar que uno sólo no puede hacerlo todo… y como la propia Julia Cameron lo nombra constantemente en el libro, el gran creador está presente…