Reapertura de la catedral de Alepo: «Seamos un signo de esperanza para Siria»
«Señor, han destrozado tus iglesias, y quedamos pocos, quién sabe qué nos ocurrirá». A pesar de que los cristianos en Siria han pasado de ser 1,5 millones a apenas un tercio de esa cifra, el obispo de Alepo, monseñor Joseph Tobij, ha advertido a sus fieles contra el desánimo que se puede manifestar con esas palabras. Lo hizo al volver a consagrar la catedral maronita de Mar Elias. Los cristianos del país «permanecemos y permaneceremos, con nuestra fe viva, nuestra esperanza firme y nuestro amor abundante. El criterio del Señor no es cuantitativo, sino cualitativo: un estándar de amor. Recordemos que doce mensajeros cambiaron el rostro del mundo»
La catedral maronita de Mar Elias (San Elías), en Alepo, se llenó el lunes para volver a ser consagrada, tras los graves daños sufridos durante la guerra en Siria. En una fecha elegida por ser la fiesta de su patrono, monseñor Joseph Tobij, obispo en la ciudad de esta Iglesia católica oriental, subrayó que «a través de la renovación de nuestra iglesia madre simbolizamos nuestra propia renovación» a través de los sacramentos.
Después de sufrir tres ataques entre 2012 y 2016, el templo ha sido totalmente reconstruido. Aún lleno de escombros y con la cúpula derruida fue, en la Navidad de 2016, menos de dos semanas después de la liberación de la ciudad, el escenario de una conmovedora Misa. Su reapertura ahora «es la mejor prueba de nuestra supervivencia y continuidad» en el país, subrayó el obispo. Es «un signo de esperanza para nuestra vida, y de forma que nosotros, a nuestra vez, seamos un signo de esperanza para la sociedad de Alepo, Siria», Oriente Medio y todo el mundo.
Diezmados, pero «permaneceremos»
En este sentido, monseñor Tobij advirtió del riesgo de caer en lamentaciones del estilo de «Señor, han destrozado tus iglesias, y quedamos pocos, quién sabe qué nos ocurrirá». Aludía a la precaria situación de los cristianos en el país, donde han pasado de ser 1,5 millones a apenas un tercio de esa cifra. En la ciudad de Alepo, solo quedan 30.000 de los 180.000 que había antes de la guerra.
Frente a este incierto horizonte, los cristianos del país «permanecemos y permaneceremos, con nuestra fe viva, nuestra esperanza firme y nuestro amor abundante. El criterio del Señor no es cuantitativo, sino cualitativo: un estándar de amor. Recordemos que doce mensajeros cambiaron el rostro del mundo».
«Muchos creen», apuntó en otro momento de la homilía, «en un Dios que es como un mago asombroso»; pero los cristianos tenemos fe en un Dios, Padre de Jesucristo, que es amor «y quiere que vivamos en amor y felicidad con Él y unos con otros. La expresión más sorprendente del amor de Jesús por nosotros es la cruz. Si uno rechaza la cruz o se queja de su carga, es un peso más grande que le ahoga en la muerte». Si se acepta, la cruz se vuelve fuente de vida y resurrección.
Invitados musulmanes
En la consagración del templo participaron el nuncio apostólico en Siria, el cardenal Mario Zenari; el obispo maronita de Beirut, Youssef Matar; el gran muftí del país, Ahmed Badr al Din Hassoun; el muftí de la ciudad, Mahmoud Akkam; Hussei Diab, gobernador de Aleppo; por el secretario local del partido Ba’ath (del presidente, Bashar al Asad), Ahmed Mansour, y por representantes de la policía, además de por clérigos cristianos y musulmanes.
En su homilía, el obispo maronita de la ciudad mostró su agradecimiento a todos los que han contribuido a la reconstrucción, «especialmente a Ayuda a la Iglesia Necesitada», y también a los donantes individuales. «Que Dios les compense al 30, al 60 o al ciento por uno». Dio las gracias además a todos los trabajadores, y a los ingenieros italianos a los que, por falta de personal cualificado en el país, hubo que consultar para reconstruir el techado del templo de forma que quedara igual que el anterior. Durante el acto, se proyectó un vídeo que ilustraba los trabajos de reconstrucción. Aquí se puede ver el contraste entre el antes y el después.
Monseñor Tobij envió, por último, un saludo a «las muchas personas de todo el mundo que querían participar en esta celebración para compartir nuestra alegría», y a las que la pandemia se lo ha impedido.
Cristianos y musulmanes, «hijos de esta tierra»
El gran muftí Al Din Hassoun intervino al final de la celebración. En sus palabras, subrayó que «los años de guerra destruyeron la piedra pero no pudieron destruir nuestra fe», y auguró que Siria seguirá siendo «cuna de religiones y una fuente de luz para el mundo», en palabras recogidas por la agencia oficial SANA.
Por su parte, el nuncio leyó un mensaje de felicitación del Papa Francisco, en el que subrayaba que la reapertura de la catedral, resurgida de los escombros, envía al mundo un mensaje de que la guerra no es un destino inevitable, sino que la paz es la fuente de la vida.
También se hizo presente, mediante una carta, el cardenal Bechara Boutros Raï, patriarca maronita. En un mensaje leído por monseñor Matar, obispo de Beirut, Raï afirmaba que la celebración de la reconstrucción del templo y la celebración que estaba teniendo lugar «lanza el mensaje de que cristianos y musulmanes somos hijos de esta tierra como hermanos, en Siria, el Líbano, Palestina y Jordania; y que nuestro destino es uno».