Razón de la educación católica - Alfa y Omega

Razón de la educación católica

José Francisco Serrano Oceja

El filósofo J. Guitton escribió que razonable es «el que somete la razón a la experiencia». Hay pocos ejercicios de existencia tan razonables como la educación. El profesor Honorato Grassi ha escrito que «el problema educativo ocupa un lugar decisivo en la fase de transición en la que ha entrado, desde hace algunos años, la sociedad occidental y que afecta, en diferente medida, al sistema occidental por entero; transición que, por otra parte, no sabemos a dónde nos llevará». Es decir, que en las propuestas educativas, que afectan a todos los niveles de la enseñanza, nos jugamos el futuro de Occidente y de los occidentales. Nuestro tiempo es el tiempo de la emergencia educativa.

Hagamos, por tanto, de nuestra respuesta a la emergencia educativa un ejercicio de razón, que se exprese en una pedagogía abierta a lo que nos reclama la razón: la fe. Quien sostiene que existe una pedagogía, y un sistema educativo, neutro, aséptico, pulcro de sentido, de definición de lo que es la persona humana, no está más que instalado en una engañifa de política sin escrúpulos. Todo sistema educativo nos lleva hacia el horizonte del modelo de hombre que se descubre, se acepta y se desea, de las capacidades personales que se quieren desarrollar, y de los hábitos y virtudes que se quieren potenciar. La principal pedagogía es la coherencia entre la concepción de persona que el educador tiene y el desarrollo de su propuesta. La educación es siempre presupuesto y propuesta de sentido humano y social.

Este trabajo de la profesora de la Universidad de Navarra Concepción Cárceles es una apuesta por la sinfonía pedagógica de la razón abierta a la fe, de la mano de siete pedagogos, que no tienen por qué ser conocidos para el gran público. He aquí sus nombres, ligados a alguna de sus principales ideas. Bernard Heinrich Ovenrberg (1754-1826) o cómo hacer la escuela popular más activa y eficaz a través de la dignidad del maestro y el afecto por el alumno; Albertine Necker de Saussure (1766-1841) o cómo el esfuerzo por la observación metódica del desarrollo del niño ratifica una teoría con la que se despierte en el educando los sentimientos más elevados y las fuerzas del alma; Simón Aguilar y Claramunt (1835-1904) o cómo explicar en qué consiste la pedagogía científica para ofrecer a los jóvenes maestros un modelo de educador; Friedrich Wilhelm Foerter (1869-1966) o cómo desarrollar una pedagogía moral que contribuya a paliar la crisis abierta por la desespiritualización de Occidente; Michel Eugène Dévaud (1876-1942) o cómo la crítica a la pedagogía de su tiempo le permitió insistir en la fuerza regeneradora de lo específico de la pedagogía cristiana; Gesualdo Nosengo (1902-1968) o dónde encontrar los principios de la pedagogía personalista basada en el realismo y en la búsqueda de la verdad; y Christopher Derrick (1921-2007) o cómo traducir las ideas de Chesterton a la educación, al tiempo que diseña un sistema educativo basado en la necesidad del sentido común y en el combate a los estragos del escepticismo. Hay que destacar que, en cada autor, la editora nos ofrece, además de una síntesis de las ideas principales, una gavilla de textos originales de cada uno de los maestros de la educación antes citados.

Educadores cristianos en la Edad Contemporánea
Autor:

Concepción Cárceles Laborde

Editorial:

BAC

Año de publicación:

2012

Páginas:

272

Precio:

15,08 €