«Aquel que cada noche nos persigue». En los últimos quince días no ha habido marquesina, robapáginas o anuncio más o menos tradicional en los medios de comunicación en el que no hayamos tenido omnipresente a Raphael. Con el deseo de una larga vida al mito de Linares, Movistar + ha lanzado una suerte de testamento audiovisual en el que se entremezclan persona y personaje. Lo merece, porque no es posible entender la música del último medio siglo en España sin su toque de excéntrica genialidad.
Raphaelismo se trata de una miniserie documental compuesta por cuatro episodios en los que el artista se abre en canal. Su testimonio y el resto de voces que lo envuelven, y que van desde su mujer e hijos a cantantes tan dispares como Alaska y Bisbal, son el punto fuerte de una biografía audiovisual autorizada que es, también, un prodigio formal.
Concebida por Charlie Arnáiz y Alberto Ortega, nominados al Goya en 2020 por Anatomía de un dandy, el relato ofrece una mirada atrás para la que utiliza recreaciones en ficción y que, digan lo que digan, va pasando con soltura de la niñez a casi todos sus asuntos. Parece ser que se le hizo un nudo en la garganta y que por eso lo más delicado de su enfermedad está puesto en boca de otros. La historia gana cuando levanta la mirada y deja de utilizar a la España en blanco y negro como chivo expiatorio para limitarse a la verdad de un niño que fue, en sus propias palabras, inmensamente feliz, y a una vida que, en su conjunto y parafraseando una de sus famosas canciones, ha tenido mucha más dicha que dolor, mucho más azul que nubes negras.
El formato serie documental está de moda y Raphael nunca ha dejado de estarlo. La serie puede interesar a todos, pero como el producto está hecho a mayor gloria del protagonista, son sus fanes más incondicionales los que tienen asegurada aquí su gran noche.