Raï, tras la dimisión del primer ministro libanés: «Es una crisis nacional total»
El patriarca maronita y principal figura cristiana del país ha llegado a calificar el bloqueo político existente desde agosto de «golpe de Estado»
La Iglesia en el Líbano ha manifestado este fin de semana su decepción por la decisión del primer ministro designado, Saad Hariri, de renunciar a su cargo tras no haber logrado formar Gobierno desde octubre. El patriarca maronita Bechara Boutros Raï se preguntó el domingo, en una homilía que recoge L’Orient le jour, si «un Estado puede funcionar sin poder ejecutivo». En medio de una grave crisis económica, la situación se prolonga desde agosto pasado, cuando el Gobierno dimitió días después de la terrible explosión en el puerto de Beirut.
Sin Gobierno no pueden llegar «las reformas necesarias», dirigidas a «poner fin a la corrupción» y que son «la condición para cualquier ayuda económica internacional». Un nuevo Ejecutivo también podría contribuir a sostener el trabajo del juez de instrucción Tarek Bitar sobre la explosión del 4 de agosto, y así poner fin a la inmunidad de los culpables. Lo exigen «el número de víctimas y heridos, la tristeza y la sangre derramada».
El Líbano no está pasando por «una crisis de Gobierno ordinaria, sino por una crisis nacional total que necesita unificar los esfuerzos de todos para luchar contra un golpe de Estado contra el régimen, la Constitución y las instituciones», continuó con dureza el patriarca Raï. En nombre del pueblo «empobrecido, humillado y con hambre, y de nuestra nación que se derrumba», el principal representante de los cristianos en el país de los cedros apeló «a todas las fuerzas políticas a unir esfuerzos y ponerse de acuerdo» en un candidato.
Dirigentes «incapaces»
Según la legislación nacional, el primer ministro debe ser musulmán sunita. Pero para el patriarca lo fundamental es que sea «capaz de hacer frente a los desafíos actuales». En este sentido, lamentó que «los responsables políticos demuestran cada día que son incapaces de respetar sus obligaciones frente al pueblo y la nación». Entre ellas, «arreglar los problemas cotidianos más elementales, como la gestión de residuos o el suministro de electricidad, víveres, medicamentos y combustible».
También el nuncio apostólico, Joseph Spiteri, se refirió el sábado a este enésimo capítulo de la crisis libanesa. Su respuesta, subrayó en declaraciones a L’Orient le jour, no es otra que «la de la comunidad internacional, es decir, que el Líbano necesita más que nunca un nuevo Gobierno».
Aunque es responsabilidad de los libaneses decidir quién será, para el nuncio debe tratarse de un «Gobierno de misión», expresión acuñada por el presidente francés, Emmanuel Macron. Entre sus tareas está «preparar las próximas elecciones legislativas», que deberían celebrarse a más tardar en mayo de 2022.
Hariri renunció a su cargo el jueves con un «que Dios ayude al país», después de que fuera rechazada su última lista de candidatos para los distintos ministerios. El secretario de Estado de Estados Unidos, Anthony Blinken, lamentó los «meses desperdiciados», y el ministro de Exteriores francés, Jean-Yves le Drian, denunció una «obstrucción organizada». La rivalidad personal y política entre Hariri y Aoun, junto a la injerencia del movimiento chiita Hizbulá, están en gran medida detrás de la parálisis del país.
La formación del Gobierno es, según la Iglesia, el paso más urgente en este momento para que el Líbano salga de una situación que ha dejado al 50 % de la población bajo el umbral de la pobreza. Tanto es así, que es la condición que el Vaticano ha puesto para una muy deseada visita del Papa Francisco al país, tal vez a finales de este año a comienzos del próximo.