El Decreto Ad gentes, sobre la actividad misionera de la Iglesia, que fue el documento conciliar que obtuvo mayor número de votos positivos, afirma que las Obras Misionales Pontificias «deben ocupar el primer lugar, ya que son los medios de infundir en los católicos, desde la infancia, el sentido verdaderamente universal y misionero, y de recoger eficazmente los subsidios para las misiones» (AG, 38). El amor del pueblo de Dios a esta institución brota de la certeza de que su principal finalidad es educar al Pueblo de Dios en el espíritu misionero, promover las vocaciones misioneras y desarrollar la caridad en su doble dimensión, espiritual y material.
Esta es la razón por la que, desde el año 1926, se celebra en la Iglesia católica el Día del Domund. A veces esta Jornada es entendida únicamente como la ocasión para hacer una colecta en favor de las misiones. Nada más lejos de la verdad. El pasado 5 de mayo el Papa Francisco recordaba el profundo sentido de esta Jornada: «Las Obras Misionales Pontificias no pueden dar por supuestas las fuentes, es decir, Quién mueve la misión. Por favor, no dejéis a Jesucristo fuera. La actividad misionera de la Iglesia quedaría reducida a un funcionalismo, olvidando que la prioridad es anunciar a Jesucristo».
En comunión con el Papa, la Iglesia en España propone como lema para este año Misioneros de la misericordia. Es una invitación a la contemplación de tantos misioneros y misioneras que han salido de nuestra tierra para hacer presente la misericordia de Dios en otros pueblos y culturas. Que el Domund sea la ocasión para caer en la cuenta de que nuestro compromiso misionero consiste en cooperar en la obra de la salvación realizada por Cristo, ser misioneros de la ternura y de la cercanía de Dios.