Qué tendrá la poesía que los que la leemos (dicen que somos minoría) no sabemos vivir sin ella. De qué forma misteriosa ayuda a vivir la poesía cuando es de verdad. La pregunta interpela a autores y lectores: «Mira si es poco sensato / este arte nuestro que para / que tú contemples tu cara / te ofrezco mi autorretrato» dice Miguel D’Ors en el poema «Colofón», de su último libro, Manzanas robadas. La poesía es lo más opuesto a la impersonalidad, quizás por eso goza de poca estima en una época como la nuestra, en que priman los grandes números sobre los rostros.
Hace un par de meses, una lectora de esta columna, Ana María Muela, me enviaba un libro de poemas suyo, Él, mojó mis labios, escrito en una circunstancia de dolor y esperanza por una enfermedad que –ella no puede saberlo– también padezco en una persona muy querida. Versos de cariño y confianza que son un consuelo no solo para las personas a las que están directamente dedicados (los médicos, su hermana…) sino para muchos otros que atravesamos los mismos valles oscuros. Es la medicina secreta y misteriosa de la poesía.
¿Para eso sirve la poesía, es un consuelo ante situaciones parecidas? A veces, pero no solo. Cuando es de verdad, ayuda a vivir de muchas formas. También despertándonos del sueño, si cabeceamos perdiendo la vida, si nos olvidamos de atender a lo importante. Lo recordaba Carlos Pujol en un libro póstumo, magnífico, El corazón de Dios: «No te voy a contar / nada nuevo: vivimos / en una casa demasiado llena. / Con muebles, versos, chismes / perifollos y plantas de interior, / palabras que no quieren decir nada / y soberbias locuras / para pasar el rato. / Es lo que llaman calidad de vida./ El día en que nos llames estaremos / doblemente desnudos, / echando en falta en medio de la luz / el engaño a los ojos de las cosas».
Este año, en la Feria del Libro de Madrid, he encontrado otra joya. Puerta principal, de Guadalupe Arbona, es el nombre del libro. Es un cuaderno de notas, de reflexiones de la autora (esposa y madre, profesora universitaria y editora) durante varios meses de enfermedad. Un libro extraordinario por la mirada con la que abraza la realidad su autora. Un libro hermoso y verdadero, que ayuda a vivir. Pues bien, la presencia de la poesía es una constante en estas notas que son, a su vez, poemas en prosa, con sus colores y olores, con su sabiduría atenta y comprensiva. Una muestra más de la poesía que ayuda a vivir.