Que no se apague la luz de la fe - Alfa y Omega

Que no se apague la luz de la fe

Recemos por el fin de la pandemia porque sin la oración no podremos «perseverar y sostener a otros en su peregrinar»

Alfa y Omega

Ha comenzado mayo, el mes dedicado a la Virgen. Y el Papa Francisco ha querido que, cada día desde un santuario mariano diferente de algún punto del planeta, los cristianos elevemos nuestras oraciones por el fin de la pandemia. «Te encomendaremos a Ti, Madre de la Misericordia, las muchas personas que han sido afectadas por el virus y que siguen sufriendo sus consecuencias», subrayó el propio Pontífice en el inicio de este «maratón de oración» el pasado sábado en la basílica de San Pedro.

En los santuarios escogidos, con los que se puede conectar cada tarde a las 18:00 horas por los canales vaticanos, se vive una especial devoción a la Virgen y, al volver la vista hacia Ella, se puede poner en sus manos a «la humanidad entera, muy probada en esta época de pandemia». Entre los lugares hay cuatro de lengua española: Nuestra Señora de Luján en Argentina (8 de mayo), Nuestra Señora de la Caridad del Cobre en Cuba (20 de mayo), Nuestra Señora de Guadalupe en México (26 de mayo) y Nuestra Señora de Montserrat en España (22 de mayo).

Esta iniciativa es una nueva ocasión para detenerse y pedir por aquellos que han perdido a seres queridos, por tantos y tantos enfermos, por quienes los cuidan y les llevan consuelo, entre ellos muchos sacerdotes. Es una nueva ocasión para pedir por los que combaten el coronavirus en primera línea, por el personal sanitario y por aquellos que siguen investigando cómo hacer frente a la enfermedad. Es una nueva ocasión para pedir por los que han perdido su trabajo y por quienes encaran el futuro con incertidumbre. Es una nueva ocasión para pedir por los políticos que deben gestionar esta crisis…

Recemos. Recemos conscientes de que, como recordó el Papa hace unas semanas en una audiencia general, sin la oración no podremos «perseverar y sostener a otros en su peregrinar» y de que «el Maligno» tratará de impedir que lo hagamos «para apagar en nosotros la luz de la fe».