«Que las personas con discapacidad intelectual se formen para un empleo nos enriquece a todos»
La UCV y Cáritas Valencia organizan unas jornadas sobre empleo inclusivo para que personas con discapacidad o en situaciones de exclusión «puedan acceder al mercado laboral, como cualquier otra persona»
«Que una persona con discapacidad tenga trabajo no es solo una cuestión de remuneración económica, sino que conlleva muchas cosas más. Para ellos supone autonomía, responsabilidad y autoestima, que son un empujón para sus vidas», afirma Joana Calero, coordinadora del Servicio de Atención a Personas con Discapacidad de la Universidad Católica de Valencia.
Calero ha dirigido esta semana las primeras Jornadas de Empleo Inclusivo organizadas por la Comisión Diocesana de Lucha contra el Paro y la Dignidad del Empleo, el Campus Capacitas de la Universidad Católica de Valencia (UCV) y Cáritas Diocesana de Valencia.
En las jornadas se ha prestado especial atención a la realidad de las personas apartadas tradicionalmente del mercado laboral por sus circunstancias de discapacidad intelectual, diversidad funcional o situación de exclusión social.
En este sentido, Calero explica que en la UCV existe un Diploma de Extensión Universitaria que capacita a los alumnos con alguna discapacidad intelectual o con síndrome de Down para trabajar en puestos de servicio, oficinas, comercios o cocinas, «y el hecho de que estén entre nosotros es un regalo para toda la comunidad universitaria, que se educa también y se enriquece conviviendo con ellos».
Además, casi el 95 % de ellos encuentra un trabajo después de realizar las prácticas facilitadas por la propia universidad. «Llega un momento en que las empresas nos llaman y dicen que se quedan con ellos, y es una alegría para todos», reconoce Joana Calero.
De este modo, la UCV facilita una formación de carácter universitario que vence «la dinámica demasiado rígida del sistema educativo en España, que no permite a estas personas seguir formándose para acceder a un empleo como cualquier otra persona, cuando tienen capacidad para ello».
Aun así, la propia universidad anima a los alumnos que pueden a acceder a los estudios universitarios reglados, y de hecho, la primera graduada universitaria con síndrome de Down en España, Blanca San Segundo, estudió en la UCV.
Una titulación adecuada
No solo las personas con discapacidad tienen dificultades para acceder a un empleo en España. También las procedentes de situaciones de exclusión o vulnerabilidad social lo tienen más complicado que el resto. José Antonio Manuel Navarro, coordinador del Área de Economía Solidaria de Cáritas Valencia, explica que en las 430 Cáritas parroquiales de la diócesis se atiende a un 65 % de mujeres en situación de exclusión; un porcentaje similar lo componen migrantes, y otro 60 % son personas en situación irregular, «pero no por eso vamos a dejar de darles una formación que pueden precisar en el futuro cuando arreglen su regularización».
En general, son personas «con baja cualificación profesional que requieren la adquisición de habilidades no solo laborales, sino también prelaborales, como la capacidad de trabajar en equipo, de resolver conflictos y de comunicarse adecuadamente». Pero no en todos los casos, pues «también tenemos extranjeros con una alta cualificación, incluso universitaria, cuya titulación no está homologada y se ven obligados a realizar tareas profesionales que no se corresponden con su perfil».
Todos ellos «tienen barreras que impiden su inserción en el mercado laboral», por lo que los programas de empleo de Cáritas les ofrecen la titulación adecuada: «Cada vez son más las empresas que se dirigen a nosotros para pedirnos personas formadas por nosotros con una titulación específica, incluso para trabajos de baja cualificación», reconoce José Miguel, porque «no se accede a un trabajo sin una formación adaptada a cada empleo».