«Que las familias cristianas sean escuelas de amistad, de amor y de gratuidad»
El arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, celebra en la Almudena la Misa por la Sagrada Familia
En el Evangelio proclamado este domingo, 26 de diciembre, fiesta de la Sagrada Familia, María y José creen haber perdido a Jesús, que se ha quedado en el templo:
—Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados —plantea la Virgen al encontrarlo.
—¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre? —responde Jesús.
«Jesús nos hace ver que el centro, el que dinamiza, el que sostiene la vida, el que hace que todo sea nuevo es mi Padre, el Padre de Jesús. La relación con Dios, la sabiduría que nos da Dios, es central», ha asegurado el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, en la celebración en la catedral de la Almudena.
En esta fiesta, ha proseguido Osoro, «recordamos que Jesús creció y aprendió a caminar por la vida en el seno de una familia», pero vemos también que sus miembros centraron «la vida y la existencia en Dios». «La familia de Nazaret puede ser un ejemplo para nuestras familias cristianas», ha aseverado. «A pesar de la situación de crisis que atraviesa la familia, […] tal y como la presenta el cristianismo, es el ámbito privilegiado para las relaciones humanas desde la libertad, desde la gratuidad, y favorecedor del crecimiento personal, social y religioso».
Tres tareas
En este sentido, aludiendo a la promulgación hace cinco años de la exhortación apostólica postsinodal Amoris laetitia sobre la belleza del amor, el purpurado ha recordado que «no basta con reiterar el valor de la familia», que también hay que hacerlo, sino que «es necesario convertirnos en custodios de la belleza de la familia». Para lograrlo, ha dado «tres tareas esenciales» a las familias: «cuidar la fe», «cuidar la unidad» y «cuidar la verdad».
Custodiar la fe, ha detallado, «es la manera de no sucumbir al dolor ni dejarnos caer en la resignación». «Abríos a la confianza en Dios. La oración no es fuga, no es escapar de los problemas, es el arma para custodiar el amor y la esperanza en las familias», ha añadido, reconociendo que «a veces no es fácil levantar la mirada cuando estamos en dificultades» y pidiendo «que en vuestras casas haya referencias reales a vuestra adhesión a Dios».
Al mismo tiempo, ha proseguido, «hay que cuidar la unidad» porque Jesús quería «que todos sean uno, donde reine la fraternidad». «La división es una enfermedad mortal –ha desgranado–. Son muchos los pecados contra la unidad: envidias, celos, intereses personales, juicios… Estáis llamadas las familias a la unidad».
Por último, ha señalado que «custodiar la verdad no significa defender ideas, convertirnos en guardianes de doctrinas o dogmas», sino «permanecer unidos a Cristo, estar consagrados al Evangelio y dejarnos orientar por el Evangelio de Jesucristo». Se trata de «ser testigos aun cuando haya que pagar el precio de ir contra corriente».
«En esta fiesta de la Sagrada Familia, en esta fiesta de todas nuestras familias, la familia de Nazaret es un ejemplo claro y precioso para centrar la vida no en mi interés, sino en lo que Dios me ofrece a mí. Pedimos al Señor que las familias cristianas sean escuelas de amistad, de amor y de gratuidad», ha concluido en la Misa, en la que han concelebrado monseñor José Cobo y monseñor Santos Montoya y han estado presentes los delegados de Laicos, Familia y Vida, José Barceló y María Bazal.