La Iglesia en España ha celebrado la Jornada por la Vida. En este Jornada se nos llama a avivar nuestra sensibilidad y compromiso en el cuidado y en la defensa de la vida humana, realidad sagrada que ha sido confiada a nuestra responsabilidad, y valor innegociable, en cualquier circunstancia o condición, y que no se puede considerar como una mercancía con la que se comercia y se manipula al propio gusto. También el no nacido es aquel por quien se nos va a preguntar: ¿Qué has hecho de tu hermano?
El Papa Francisco menciona entre otros horrores de la cultura del descarte, el hecho de que muchos niños no lleguen nunca a ver la luz, víctimas del aborto. El aborto no es un asunto sujeto a supuestas reformas o modernizaciones, porque no es progresista pretender resolver los problemas eliminando una vida humana. El aborto nunca puede ser considerado como un derecho.
Esta Jornada es una ocasión providencial para agradecer la dedicación de muchas personas que, tanto en instituciones eclesiales como civiles, trabajan incansablemente, apoyando y acompañando a las personas en dificultades, y en particular a las madres gestantes. Proteger y defender la vida humana desde el instante de su concepción hasta la muerte natural es tarea de todos. A todos incumbe responder pronta y adecuadamente por el camino de la solidaridad y la vida, y no por el de la muerte de un ser inocente. La vida humana, aunque se vea afectada por la vulnerabilidad o discapacidad, siempre merece respeto. La dignidad humana no puede depender del poseer o no una discapacidad.
La Iglesia pide también a las Administraciones públicas un esfuerzo más generoso en políticas eficaces de ayuda a la mujer gestante y a las familias.
Es necesario que cada comunidad cristiana, cada grupo o asociación, cada familia, y cada creyente, eleve una súplica a Dios, Creador, defendiendo la vida en unión con otras personas que, sin ser creyentes, consideran el derecho a la vida de todo ser humano como patrimonio común de la razón humana. Que aumente cada vez más el número de quienes contribuyen a favorecer en el mundo la cultura de la vida.