¿Qué hace un coreano al frente de la Congregación para el Clero?
«El Papa quiere que más sacerdotes coreanos sean misioneros», afirmó Lázaro You Heung-sik, obispo emérito de Daejon (Corea del Sur), antes de viajar a Roma para asumir en agosto su encargo como prefecto de la Congregación para el Clero
¿Por qué un prefecto coreano para la Congregación para el Clero? ¿Es el momento del católico coreano?
Hay dos prefectos de origen africano. Hasta ahora solo había uno asiático, el cardenal Tagle. Asia es un continente muy importante en el que no podemos olvidar que está China. El Papa me dijo que cuando consideraba todo esto le vino mi nombre a la cabeza. Hablé una primera vez con él y en la segunda, donde charlamos 40 minutos sobre esto, me dijo: «Monseñor Lazzaro, ahora que usted es el primer coreano que va a ser el prefecto para el Clero, me gustaría que más sacerdotes coreanos salgan de misioneros desde Corea a otros países. La Iglesia coreana empezó por la pasión de laicos coreanos. Ellos dieron la vida por la fe y muchos fueron mártires. Quisiera que esta pasión y ardor misionero que tienen los coreanos se extienda a toda la Iglesia. Que su fuego se extienda por toda la Iglesia universal».
¿Qué es y qué hace en Roma la Congregación para el Clero?
Es el lugar que se encarga de todos los sacerdotes ordenados en la Iglesia católica, tanto diocesanos como religiosos. También de los diáconos y los seminaristas. Les ayuda para que puedan vivir de forma acorde a la identidad que Cristo deseó para los sacerdotes.
¿Cuál es su visión sobre la identidad y la misión de los sacerdotes?
Cuando ves a una persona en la calle, ¿te has metido la mano en el bolsillo y le has dado una ayuda? Y sin dejarlo ahí, ¿has estrechado la mano a esa persona? Y sin dejarlo ahí, ¿la has mirado a los ojos? Esto es otra cosa. Que los sacerdotes sean esa persona que, den la mano y miren a los ojos a cada uno que se encuentren. La Iglesia les pide castidad. No significa dejar de tener una familia. Por supuesto significa la renuncia a tener una pequeña familia. Pero no es para vivir huérfanos, sino que al renunciar a esa pequeña familia nos haga crear una familia muy grande, crear una fraternidad universal. Para eso el sacerdote debería ser una persona que lave los pies a todos sus prójimos.
¿Cuál es su deseo, ahora que podrá influir en los sacerdotes de todo el mundo?
Quiero ayudar a que los sacerdotes de verdad vivan alegres, felices, llenos de motivación y sentido. Y cuando tengan una dificultad de cualquier tipo ayudarles a solucionarlo para que puedan volver a vivir bien. El sacerdote no es una persona que cae del cielo de un día para otro. Tendré que hacerme responsable de esos procesos de formación, educación, para que lleguen a ser buenos pastores como Jesús. En total hablamos de 500.000 personas, es una gran responsabilidad.
¿Cómo ve este momento histórico que estamos viviendo de pandemia?
Tenemos que ayudar para que la vacuna y las medicinas lleguen a todos los rincones. El Papa ha hablado de ello en Fratelli tutti. Se trata del amor fraterno. Ya no somos más prójimos, somos hermanos. Nos habla de ello la parábola del buen samaritano. No se fijó en la nacionalidad [del hombre que fue asaltado], en su raza ni en su posición social ni en su religión. Para él, aquel hombre era su hermano. Para vencer esta pandemia tenemos el amo fraterno. Sin mirar la nacionalidad, la raza, la posición social ni la religión. Tenemos que amar a los hermanos de modo concreto. Y será solo este amor fraterno el que nos llevará juntos a un mundo mejor después de esta pandemia.
¿Cómo ve su vida, y dentro de ella este nombramiento?
Cuando contemplo mi vida me doy cuenta de que no hay nada que yo haya programado. Dios en cada momento, a través de pequeñas cosas, me ha ido llevando a cosas más grandes. En este momento sigo creyendo en el Amor de Dios; confío en muchas personas en la Iglesia católica que me ayudarán, y en esa fe he aceptado este cargo.
¿Cómo ve a los sacerdotes católicos en este momento?
Veo a muchos sacerdotes que viven su sacerdocio de manera admirable. Estamos en medio del mundo y también algunos son señalados. También tenemos muchos escándalos. Quiero que los que viven bien ahora todavía sean más felices, líderes de nuestro tiempo.
Lázaro You Heung-sik nació en 1951 en Chung Cheong Do, la región de Corea donde está Daejon. Fue el primer miembro de su familia en entrar en la Iglesia. Después sintió la llamada al sacerdocio, y en 2003 fue nombrado obispo coadjutor de Daejon. En marzo de 2005 asumió el gobierno de su diócesis de origen. «Hasta ahora he recibido mucho amor y apoyo, y por eso quiero dar las gracias a cada uno». Ha tenido una relación especialmente cercana con los Servidores del Evangelio de la Misericordia de Dios, asociación misionera a la que pertenece Palma. En 2005, nada más empezar su ministerio episcopal, los acogió en Daejon. Así empezó una colaboración que fue especialmente estrecha en la preparación de la Jornada Asiática de la Juventud.
«Ahora con vuestra oraciones y vuestro apoyo siguiendo la llamada del Papa, apoyado en vuestras oraciones y confianza me voy a Roma, orgullos de ser coreano», subraya despidiéndose de los espectadores de la entrevista. «Con el orgullo de descender de nuestros mártires coreanos voy a servir a la Iglesia con pasión y alegría. Y espero poder volver a Corea de nuevo. Nos encontramos en la oración. Os doy las gracias uno a uno y os digo: “Os quiero”».
¿Cuál cree que debería ser su prioridad?
Como Jesús que lavó los pies a los discípulos, tienen que lavar los pies a todos. Y para eso hay que ir junto a las personas que viven bien, pero especialmente deben estar con las personas con dificultades, con los marginados, con los que quedan atrás. Y mucho antes de pensar qué puedo hacer con ellos tienen que caminar y estar con ellos. Eso es lo más importante.
¿No le da un poco de miedo este cargo?
Es un cargo súper grande. El Papa no me lo ha dado sin conocerme. Desde 2014 hasta ahora hemos tenido una relación muy cercana. En el año 2014, cuando vino a Corea [para la Jornada Asiática de la Juventud], empezamos una amistad y una relación de profunda comunión. Desde entonces cada año he tenido oportunidad de verle dos o tres veces. He tenido algunas audiencias privada para hablar con él. En la Misa en Santa Marta o en otras ocasiones nos hemos saludado o compartido, y por mi parte cuando él ha ido hablando yo he escuchado a fondo sus enseñanzas. He intentado ponerlo en práctica donde estaba. Le he sentido muy cercano estos años. Este puesto significa estar en el lugar del Papa como responsable de todos los sacerdotes de la Iglesia. Es un trabajo difícil. Pero sé que es decisión del Papa que actúa en lugar de Cristo, y es sucesor de Pedro. Creo en el amor de Dios y su misericordia, por eso dije que sí.