Primer Anuncio: «No hay que actualizar el mensaje, sino la forma»
La Conferencia Episcopal promueve que todas las diócesis tengan una delegación específica de Primer Anuncio para llevar la fe a las personas que viven como si Dios no existiera
El tema del primer anuncio es una constante en los últimos años en la Iglesia en España. Fue una de las prioridades que señaló el Congreso de Laicos, que se preparó en 2019 y celebró justo antes de la pandemia, en febrero de 2020, y es recurrente en los diversos documentos episcopales. Lo señaló el texto de orientaciones pastorales de la Conferencia Episcopal Española Fieles al envío misionero publicado en 2021 y también el instrumento de trabajo pastoral sobre persona, familia y sociedad presentado el mes pasado. Del mismo modo, ha aparecido en las reflexiones del proceso sinodal en nuestro país, tanto en su fase diocesana, que se completó en junio, como en la continental, en marcha.
La realidad exige primer anuncio, «asumir que el ambiente y la sociedad de la que formamos parte se organiza y vive como si Dios no existiera», dice uno de los citados documentos. Y, por tanto, continúa, «el mensaje central que hemos de comunicar hoy es que Dios existe». Este es el tema de las jornadas de delegados de Catequesis, organizadas por la CEE y que se clausuran este jueves en Barcelona. «Estamos trabajando esta cuestión desde el año pasado. Entonces dimos los primeros pasos y en esta ocasión lo abordamos con la intención de clarificar a qué nos estamos refiriendo cuando hablamos de primer anuncio», explica Francisco Romero, director del Secretariado de la Comisión de Evangelización, Catequesis y Catecumenado de la CEE. En su opinión, hoy hace falta «anuncio explícito de Jesucristo sin miedo ni complejos», que debe estar secundado «por el testimonio de la vida».
Para ello, se está trabajando para que todas las diócesis tengan una delegación específica de Primer Anuncio, al tiempo que se dan pistas concretas de cómo realizarlo en las zonas rurales o urbanas. «Es un reto apasionante en el ámbito de la evangelización», añade Romero. En nuestro país ya hay muchas iniciativas y de diversas índoles. Desde algunas sencillas con enfermos y familiares o con los padres que bautizan a sus hijos a otras más organizadas como los Cursillos de Cristiandad, los grupos Alpha, los retiros de Emaús o los Encuentros Cuatro40 de Acción Católica.
Susana, de la parroquia de Sant Miquel dels Sants, en el barrio barcelonés de Gracia, este primer anuncio lo recibió en un retiro de Emaús. Aunque había bautizado a sus hijos, no era muy religiosa. Pero la fe de su hijo y la muerte de su madre la acercaron a la parroquia, donde el sacerdote la invitó a uno de esos retiros. «Fui consciente, y no solo a través de mi hijo, de que Jesús estaba conmigo. No solo sentí que me perdonaba, sino que me ofrecía un futuro», reconoce. No se ha podido guardar «esa felicidad» y se ha encargado de llevar la propuesta de Emaús al barrio. «Sirve para personas que están muy alejadas de Dios y para creyentes que buscan redescubrir la fe», explica Susana, que ha compartido su testimonio con los responsables diocesanos de Catequesis.
Bruno Bérchez, delegado de Anuncio e Iniciación Cristiana de la archidiócesis de Barcelona, cree que en el contexto actual ya no se puede esperar a que la gente venga a la parroquia. De hecho, advierte ante el peligro de convertirse en «una Iglesia de mantenimiento y en un club cerrado». «Tenemos a Jesús, que puede cambiar la vida de nuestros vecinos, familiares y amigos», añade. En este sentido, cree que es bueno analizar las buenas prácticas, dónde se producen más conversiones y por qué, aunque reconoce que «no hay fórmulas mágicas». Tiene una certeza: «Que la vida espiritual es cosa de Dios. Y que donde se reza pasan cosas». Es importante, en su opinión, centrarse en el mensaje fundamental, en el amor de Dios, y no tanto «en disquisiciones morales», y usar nuevos lenguajes. «No hay que actualizar el mensaje, sino la forma en que se presenta», concluye el sacerdote.