Presidente de Alemania: «Apoyamos a Ucrania, también con armas»
Frank-Walter Steinmeier inauguró el encuentro de oración por la paz de Sant’Egidio en Berlín. El cardenal Zuppi defendió «una paz elegida por los ucranianos, con garantías»
La Comunidad de Sant’Egidio está celebrando en Berlín (Alemania) la 37 edición de su encuentro interreligioso de oración por la paz. Y para inaugurarlo el pasado domingo contó con la presencia del presidente federal del país, Frank-Walter Steinmeier. Una voz de peso en un encuentro marcado, como no podía ser de otra forma, por la guerra en la no tan lejana Ucrania. En este contexto es más necesaria que nunca La audacia de la paz, como reza el lema de la cita, que se prolongará hasta este próximo martes.
«El 24 de febrero de 2022 cambió todo», aseguró Steinmeier en su intervención. «Con su ataque destructivo, Putin quiere aniquilar los valores sobre los que se funda nuestra Europa común: la validez del derecho internacional, el reconocimiento de las fronteras, la coexistencia pacífica de todos los pueblos en libertad sobre este continente».
«Creo que para nosotros los europeos oponerse a esta agresión es una consecuencia de las lecciones aprendidas de la catástrofe de la Segunda Guerra Mundial»: que algo así no se produjera «nunca más», subrayó el presidente germano. Por eso, justificó, «los europeos y también los alemanes apoyamos a Ucrania, también con armas». No es Kiev «o los países que lo apoyamos quienes rechazamos la paz. Es Rusia», pues «Putin tiene la posibilidad de ordenar a su Ejército que regrese». Por el contrario, si Ucrania renuncia a defenderse, «será su fin».
«No solo una tregua»
Según recoge la agencia italiana ANSA, Steinmeier, que se presentó como «cristiano practicante», admitió que «todos queremos el fin de los horrores». Sobre todo, «el martirizado pueblo de Ucrania». Pero la paz debe ser justa, «a largo plazo y no solo una tregua en los enfrentamientos que permita a Rusia llevar nuevas tropas al frente». Esta idea de que un alto el fuego sin más condiciones solo serviría a Putin para apuntalar su posición ha sido repetida varias veces por el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, también como respuesta al Vaticano.
También se refirió a la guerra de Ucrania el presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, Georg Batzing, que calificó de «inaceptable» que «una Iglesia cristiana legitime una guerra contra un país vecino», en clara alusión al apoyo del patriarca de Moscú, Cirilo, a la invasión. El fundador de Sant’Egidio, Andrea Riccardi, denunció que «la guerra es la negación del destino común de los pueblos. Es el fracaso de la política y de la humanidad».
Sin embargo, hablar de La audacia de la paz «significa creer que existe una alternativa. Que se debe invertir más en el diálogo y en la diplomacia, en el encuentro» para alcanzar «soluciones justas y pacíficas». Y lamentó que se identifique hablar de paz con complicidad con el agresor, con el miedo o con «vender la libertad de los demás». No es eso, sino «una conciencia profunda y realista del mal que ejerce la guerra sobre los pueblos». En la asamblea inaugural del encuentro de Sant’Egidio participaron también el gran imán de Al Azhar, Ahmed al Tayyeb, y el presidente de los rabinos europeos, Pinchas Goldschmidt; junto con líderes como el presidente de Guinea-Bisáu, Sissoco Embalò.
No podía faltar en la cita en Berlín uno de los rostros más conocidos del entorno de Sant’Egidio, y su representante implicado de forma más clara en el conflicto ucraniano: el cardenal Matteo Zuppi, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana y enviado del Papa para promover el diálogo y la paz en el conflicto ucraniano. En esta labor, «China es quizá uno de los elementos más importantes», afirmó en declaraciones a los medios. Ello, a pesar de que en la relación entre este país y la Santa Sede «los tiempos son eternos».
Cuando llegue, la paz debe ser «elegida por los ucranianos, con las garantías, el empeño y el esfuerzo de todos». El papel del gigante asiático es importante porque «la paz exige el esfuerzo de todos, no es algo que se pueda imponer a alguien». Otra condición importante para la paz es que se busque recordando «siempre al agresor y al agredido. Pero debe encontrarse una solución».
El cardenal mostró su confianza en que las críticas del Gobierno ucraniano al Papa Francisco por ser «rusófilo» no supongan ningún riesgo para su misión. «Nadie ha hablado nunca de mediación. Siempre ha sido una misión» con el objetivo de «ayudar». Por otro lado, reconoció que existe también la posibilidad de que fracase. «Si no haces nada no fracasas, pero tampoco haces nada», respondió. «Es mejor siempre intentarlo», aunque los avances sean lentos.