«Preocupación» por la detención del cardenal Zen en Hong Kong

El cardenal Zen, en libertad bajo fianza

La Santa Sede ha mostrado su preocupación por la detención del obispo emérito de Hong Kong. El motivo: haber sido fideicomiso de una ONG que pagaba la defensa legal de manifestantes prodemocracia

Redacción
Detención del cardenal Zen
El cardenal Zen llega al juzgado de West Kowloon, en Hong Kong, para apoyar a activistas prodemocracia en octubre de 2020. Foto: CNS / Reuters / Tyrone Siu.

La Santa Sede «ha recibido con preocupación la noticia del arresto del cardenal» Joseph Zen, obispo emérito de Hong Kong, ha declarado a los medios el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Mateto Bruni. Zen, de 90 año, fue liberado bajo fianza horas después de la detención, según fuentes locales.

El purpurado había sido detenido por la Policía de Seguridad Nacional este miércoles por supuesta colaboración con fuerzas extranjeras. Este delito se le atribuye por su relación con un fondo para apoyar a los integrantes del movimiento prodemocracia de esta región administrativa especial. El Vaticano «sigue con extrema atención la evolución de la situación».

Zen era uno de los fideicomisos del 612 Humanitarian Relief Fund, que financia la asistencia legal para los detenidos por razones políticas. Entre los detenidos se encuentran también otras personalidades que apoyaban al fondo, como la exdiputada Margaret Ng Ngoi-yee y la cantante Denise Ho Wan-sze. La colaboración con fuerzas extranjeras es considerada delito en la Ley de Seguridad Nacional de Hong Kong, que entró en vigor en julio de 2020.

Según el medio canadiense The globe and mail, entre 2019 y 2021 el fondo dedicó unos 29 millones de euros a la defensa de 950 casos. Sin embargo, a finales del año pasado sus responsables anunciaron su cierre por el «actual ambiente político». Se referían a la entrada en vigor de la Ley de Seguridad Nacional.

«Medidas brutales»

«Las detenciones de hoy muestran más allá de toda duda que Pekín pretende intensificar su mano dura contra los derechos y libertades básicos en Hong Kong», ha criticado Benedict Rogers, director ejecutivo de la ONG inglesa Hong Kong Watch. «Exhortamos a la comunidad internacional a arrojar luz sobre estas medidas brutales y pedir la liberación inmediata de los activistas».

El periódico Ta Kung Pao, propiedad de la Oficina de Enlace del Partido Comunista Chino, que gestiona las relaciones de la China continental con el Gobierno de Hong Kong, ya había apuntado a posibles acciones contra Zen. Como recuerda la publicación estadounidense The Pillar, en cuatro artículos publicados en enero se le relacionaba con el editor católico encarcelado Jimmy Lai y se le acusaba de usar su condición de religioso para «perturbar» la vida en la región.

Tanto Jimmy Lai como Margaret Ng fueron condenados en abril de 2021 junto con otras tres personas católicas o cercanas a la Iglesia por su implicación en las manifestaciones de 2019. «Es difícil para el Gobierno regular o eliminar a estos grupos e individuos religiosos, a pesar del hecho de que han cometido muchos crímenes», lamentaba el periódico prochino.

Presión sobre la Santa Sede

Es de prever que la detención de Zen aumente la presión para que la Santa Sede se pronuncie sobre el creciente poder de China sobre Hong Kong y la devaluación de los derechos civiles en Hong Kong. El año pasado, al ser cuestionado sobre este asunto, el secretario para las Relaciones con los Estados del Vaticano, Paul Richard Gallagher, subrayó que «obviamente Hong Kong es objeto de preocupación para nosotros».

Durante una rueda de prensa en el Líbano, reconoció que en este país «percibimos que podemos hacer una contribución positiva. No percibimos lo mismo sobre Hong Kong», justificó. «Uno puede decir muchas palabras apropiadas que serían a preciadas por la prensa internacional y por muchos países, pero yo y creo que muchos de mis colegas aún debemos convencernos de que fuera a marcar ningún tipo de diferencia».

La detención también se produce mientras se debe de estar negociando una posible renovación del acuerdo provisional entre la Santa Sede y el Vaticano para el nombramiento de obispos. Firmado por primera vez en 2018 y renovado en octubre de 2020, el próximo otoño vence su primera prórroga por dos años.