Al hilo del Día del Libro, celebrado en la fiesta de san Jorge, y ahora que se está hablando de los nuevos currículos educativos y de la formación de los jóvenes, es momento de reivindicar la lectura. Y no solo porque «el que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho», en expresión atribuida a Cervantes.
El flamante ganador del Premio SM Gran Angular, Ginés Sánchez, señala en las páginas de Alfa y Omega que los libros están para «pasarlo bien», pero también para «formarse como personas». Están «para obligarnos a pensar, a ver el mundo desde otras perspectivas», sin infantilizar a los lectores, tengan la edad que tengan.
La lectura, como reitera el editor Paulo Cosín, ayuda a conocer las emociones propias y ajenas, a «imaginar un mundo mejor, no de manera individual sino compartida», y a actuar. Así ha sido siempre y, hoy más que nunca, las administraciones deberían sumar esfuerzos, dejarse de nuevas metodologías de recorrido discutible e impulsar un pacto por la lectura al que incorporar a toda la sociedad. Sin bibliotecas ni libros, «¿qué tenemos?». «Ni pasado ni futuro», dejó escrito Ray Bradbury.