Polonia premia a un sacerdote madrileño por su ayuda a Ucrania

Polonia premia la labor de un sacerdote madrileño por los niños de la guerra de Ucrania

«El primer sorprendido soy yo», asegura el redentorista José Miguel de Haro, párroco del Santísimo Redentor, que acaba de enviar un envío más con 24.000 kilos de ayuda

Begoña Aragoneses
Uno de los últimos envíos a Ucrania
Uno de los últimos envíos a Ucrania. Foto cedida por José Miguel de Haro.

El padre José Miguel de Haro, redentorista, párroco de Santísimo Redentor, aún le cuesta creer la distinción que el Gobierno polaco le ha entregado en reconocimiento a la labor de la asociación Acoger y Compartir con los niños víctimas de la guerra de Ucrania. «El primer sorprendido fui yo», cuenta el sacerdote, que fundó la entidad en 1997. Durante todo este tiempo ha estado organizando ayuda a Haití, Congo, Níger y, recientemente, a Ucrania.

De Haro recogió el galardón de manos de Mikolaj Pawlak, Defensor de los Derechos del Niño, en una ceremonia sencilla que vivió con sentimiento de «gratitud». «Es un detallazo para la gente de Acoger y Compartir, un espaldarazo al trabajo, que a veces no es fácil». Junto a él fueron galardonados también otros dos redentoristas, el padre Marek Raczkiewicz, profesor de la Universidad Eclesiástica San Dámaso y capellán de la comunidad polaca en Madrid, y el padre Andrzej Kukła, que organiza las ayudas para los niños ucranianos refugiados en Varsovia. «Es un reconocimiento al trabajo, empeño y compromiso que los redentoristas llevamos a cabo con estas personas», resume el párroco de Santísimo Redentor.

Desde el comienzo de la guerra, Acoger y Compartir hace llegar la ayuda a los ucranianos que aún permanecen en su país vía Polonia «porque entrar directamente en Ucrania con un camión no es tan fácil ni seguro por la corrupción». Por eso, los camiones se descargan en un gran edificio usado como centro formativo que los redentoristas tienen en la localidad polaca de Tuchów. Desde allí van llevando en camionetas y «sin problemas» todo el material a Novoyavorivsk, una pequeña población ucraniana de 30.000 habitantes cercana a la frontera, a poco menos de una hora en coche al oeste de Lviv (Ucrania).

Se trata fundamentalmente de alimentos no perecederos y ropa. Parte de estos envíos se destinan también a Varsovia (Polonia), a un centro social creado en la parroquia de San Clemente que acompañan a un gran número de refugiados ucranianos, muchos de ellos niños.

Cansancio del Gobierno polaco

El redentorista recuerda que en Polonia aún hay cerca de 2,5 millones de refugiados por el conflicto. «Pensábamos que la guerra no iba a durar tanto», pero lo cierto es que el próximo 24 de febrero se cumplirán dos años de la invasión rusa y la contienda continúa. El foco se ha ido desviando con la aparición de otros conflictos y este «se olvida, pero el sufrimiento sigue».

A su vez, los redentoristas advierten del «cansancio» de un Gobierno, el polaco, cuya acción no es «lo suficientemente reconocida por Europa», que «no puede sostener más de dos millones de personas, por mucha voluntad que tengan». En el país, explica, les han facilitado «todo: teléfono, seguro médico, cuenta bancaria…». Y «en todos nuestros conventos hay acogidos, aunque ahora no es como al principio».

No obstante, desde Madrid siguen saliendo periódicamente ayudas para Ucrania. La última, hace dos semanas, con más de 24.000 kilos recogidos en la campaña de Navidad. «Para Pascua intentaremos preparar otra».