«Poco que celebrar» en el décimo aniversario de la independencia de Sudán del Sur - Alfa y Omega

«Poco que celebrar» en el décimo aniversario de la independencia de Sudán del Sur

El Papa Francisco y los líderes anglicanos de Inglaterra y Escocia piden «esfuerzos mayores» por la reconciliación tras la guerra de 2013

María Martínez López
El presidente sursudanés Salva Kiir muestra la recién firmada Constitución en Juba, el 9 de julio de 2011. Foto: AF / Roberto Schmidt

El Papa Francisco, junto con los líderes de la Iglesia de Inglaterra y la Iglesia de Escocia han animado a Sudán del Sur a realizar «esfuerzos cada vez mayores para permitir a su pueblo gozar de todos los frutos de la independencia», de la que se cumplen diez años. A pesar de «algún pequeño progreso», destacan en un comunicado conjunto del Santo Padre; el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, y el moderador de la Iglesia de Escocia, Jim Wallace, «lamentablemente» el país «continúa viviendo en el miedo y la incertidumbre».

Más contundente se ha mostrado el Consejo de las Iglesias de Sudán del Sur: «Hay poco que celebrar». Y no porque el Gobierno haya decidido cancelar las celebraciones a causa de la pandemia. Ha sido «una década malgastada». Los miembros de este organismo ecuménico subrayan que «nuestros corazones siguen gimiendo de dolor, angustia, desesperanza y miseria mientras cada día se pierden vidas en cada esquina del país».;

El 9 de julio de 2011, Sudán del Sur nació pacíficamente. Medio año antes, un referéndum había apoyado con un 98,83 % de los votos la decisión de separarse de Sudán. Era el punto y final a una guerra civil de 21 años, que había concluido en 2005 dejando un balance de dos millones de muertos. «Había euforia y triunfalismo. Pensábamos que habíamos llegado por fin a la tierra prometida» después de décadas de sufrimiento y sacrificio.

Puesto 185 de 189 en el Índice de Desarrollo Humano

300.000 niños de menos de 5 años están en riesgo de sufrir hambre, según UNICEF

De nuevo la guerra

Sin embargo, las celebraciones duraron poco. Menos de dos años después, el país más joven del mundo volvió a sumirse en una nueva guerra civil. La disputa política entre el presidente Salva Kiir y el vicepresidente Riek Machar se convirtió en un conflicto étnico entre sus respectivos grupos, los dinka y los nuer, que ha causado 400.000 muertes, 1,6 millones de desplazamientos internos y la salida de dos millones de refugiados hacia otros países.

Y del que todavía lucha por salir, a pesar de la firma en 2018 de un acuerdo de paz. «Su lenta e inconsistente implementación es muy preocupante y hace pedazos toda esperanza de restaurar la estabilidad». Detrás de ello hay, apuntan los líderes cristianos del país, «falta de voluntad política».

Ocho millones de necesitados

Además, se está produciendo una escalada de «violencia intercomunitaria». En Tombura, por ejemplo, a mediados de junio se desató una oleada de enfrentamientos que ha obligado a 21.000 personas a huir. Los católicos no son inmunes a las tensiones étnicas, y se sospecha que estas están detrás del atentado del 26 de abril contra el misionero comboniano Christian Carlassare, obispo electo de Rumbek.

A ello se suma «un aumento de casos de violencia sexual, asesinatos por venganza, ocupación de tierras y secuestro de niños», subrayan las iglesias cristianas del país. El conflicto se ha convertido en el telón de fondo de todo. Y, como consecuencia, ocho millones de personas, más de dos tercios de la población, dependen de la ayuda humanitaria.

Sudán del Sur
Población:

Once millones de personas

Demografía:

Más de 60 grupos étnicos

Religión:

60,5 % cristianos, 32,9 % animistas, 6,2 % musulmanes

Mirando al futuro

El Consejo de las Iglesias de Sudán del Sur concluye su comunicado, sin embargo, con la esperanza de que la segunda década de vida del país sea «un período de un nuevo comienzo en paz, justicia, libertad, perdón, reconciliación y prosperidad. ¡No puede ser otra década perdida!». Para ello, piden reflexionar sobre lo ocurrido en los últimos años, «aprender de esas experiencias» y «poner fin al autosabotaje».

En el país más joven del mundo, se despiden asimismo el Papa y los líderes anglicanos de Inglaterra y Escocia, «todavía hay mucho que hacer para plasmar una nación que refleje el reino de Dios, donde se respete la dignidad de todos y haya reconciliación».