En tiempos de Jesús, muchos de los que se acercaban a Él lo hacían, según el Evangelio, en un momento de sus vidas en el que tenían que tomar decisiones: sobre cuestiones económicas, sobre la posibilidad de liberarse del resentimiento, sobre la vida en pareja, sobre las prioridades que intentaban ordenar. Otros se venían a Jesús con heridas que eran más que enfermedades físicas. A más de uno, Jesús le proponía dar lo mejor de sí mismo, introduciendo algo radicalmente nuevo en su vida. Tal proyecto excluye el miedo, la pereza, el victimismo, la culpa o el resentimiento.
Desde 2016 soy coach diplomado en Argelia. La gran mayoría de los que se matriculan en mis cursos son musulmanes. Al inscribirse, la mayoría no sabe que soy sacerdote. Pero lo descubren bastante rápido, pues nunca lo escondo y trato de hacer todo inspirándome en una concepción del sacerdocio que no es exclusivamente litúrgico-sacramental, sino que está al servicio del crecimiento del reino de Dios. Tal identidad sacerdotal la vivo plenamente como coach. En esta labor, gracias al Espíritu Santo ayudo al surgimiento de la gracia a través de sus siete dones: sabiduría, inteligencia, ciencia, fuerza, consejo, piedad y temor de Dios.
Al terminar los cursos, casi todos los participantes dicen ser más felices y sentir más energía para hacer frente a su vida diaria. No es poco si se lo deben a un discípulo de Jesús que envió a los suyos por todo el mundo a resucitar muertos, curar heridas, dar vida y ofrecer esperanza. La vida cristiana no consiste esencialmente en proponer un dogma diferente. Es, ante todo, la propuesta, sin fronteras ni contrapartes, de una vida en plenitud, de un estilo de vida compasivo con todos, de un sentido de la realidad que permita mantener la esperanza, de una apertura espiritual que haga posible una relación única con un Dios personal. Que yo pueda, como coach, ayudar a mis hermanos en Argelia, casi todos musulmanes, a afrontar sus desafíos personales, a crecer y a ser cada vez mas «imagen y semejanza» de su Creador me parece plenamente sacerdotal. ¿Y a ustedes?