Pedro Huerta: «No tenemos solo una propuesta, es una misión porque formamos parte de la Iglesia»
El reelegido secretario general de Escuelas Católicas apuesta por la coexistencia de la pública y la concertada. «Quedarnos solo en un modelo no beneficia a nadie»
El religioso de la orden de la Santísima Trinidad y los Cautivos, Pedro Huerta, ha sido reelegido como secretario general de Escuelas Católicas para un nuevo período de cuatro años. La decisión se tomó el la última sesión de la Junta Directiva el pasado viernes 21 de junio y su nuevo mandato comenzará el próximo 1 de septiembre.
¿Qué significa para usted su reelección como secretario general de Escuelas Católicas?
Principalmente supone una confirmación por parte de la Junta Directiva del trabajo que se ha hecho hasta ahora, no solo mío. Lo único que hago es coordinar, pero ese trabajo depende de muchas personas, sobre todo de los secretarios autonómicos, de la Junta Directiva y del Equipo de Dirección. Es una confirmación de nuestro trabajo y es una petición de que haya continuidad en los desafíos que estamos afrontando.
¿Cuáles son las prioridades para el próximo periodo?
Seguimos manteniendo todavía muchas cuestiones abiertas y en trabajo. Por ejemplo, el encuentro personal que se está haciendo a través del Proyecto Más Cerca. Me estoy encontrando con todas las entidades titulares, quedan un poco menos de la mitad, y todavía estamos en ello. Debemos mantener la capacidad de Escuelas Católicas para liderar el encuentro entre autoridades educativas y dar respuesta de modo sinodal e interinstitucional a los requerimientos que hoy en día tiene la educación.
¿Qué dificultades tenéis por delante?
Prevemos y vislumbramos que en el futuro, por la disminución de la natalidad, va a haber menos colegios. Nosotros debemos ser capaces de garantizar que estamos presentes con la educación católica, garantizar la presencia de la escuela católica en la mayor parte del territorio. No dejemos que se pierda esa presencia en las zonas rurales o en algunos barrios de las ciudades.
También saber mostrar ante la sociedad y las administraciones públicas el valor propio de la escuela de ideario católico como una escuela abierta, acogedora, que no segrega, que mejora el sistema educativo independientemente de su condición concertada o no. Una parte importante de la oferta educativa de la escuela católica no está concertada.
Tenemos que seguir reforzando todos los elementos relacionados con la identidad, es un trabajo ad intra, con nuestros mismos afiliados y las organizaciones que conforman escuelas católicas.
Tenemos que hacer un trabajo de identidad muy importante para que no perdamos el horizonte de nuestra misión. No es solo una propuesta, es una misión porque formamos parte de la Iglesia.
¿Se enfrenta en ocasiones de forma artificial la escuela concertada con la pública?
Me parece una desafortunada forma de intentar defender cualquier modelo. No son los modelos lo que hay que defender sino el sistema educativo en sí mismo: la actualización y mejora. Para esa mejora somos todos importantes y necesarios. Quedarnos solo en uno de los modelos no beneficia a nadie.
Hemos dicho muchas veces que nos alegramos con la mejora de la escuela pública. Nos gustaría que se dijera al contrario, que los que defienden la escuela pública se alegren de la mejora de la escuela concertada. Eso ayuda a mejorar el sistema en sí mismo. Cuando se evita la confrontación y la polarización, centramos el objetivo en lo importante, que es la mejora del sistema.
Hemos tenido por desgracia algunas experiencias negativas, la última con la LOMLOE. Muchos la entendían como la defensa de un único modelo. Seguimos trabajando para que ninguna ley pueda interpretarse de ese modo. Cuando hacemos lo contrario, lo que hacemos es atacar nuestro propio sistema educativo y nuestro futuro. El sistema educativo es el fundamento del futuro de nuestra sociedad.
Siendo la educación pública también buena, ¿en qué debería diferenciarse la concertada?
Nos hace diferentes que somos una escuela con un proyecto educativo muy significativo, no solo propio. En nuestro caso se fundamenta sobre los valores propios del Evangelio. Esto lo llevamos a todos en el centro.
Mucha gente históricamente ha dicho que «en un colegio católico no hay capilla» sino que «todo el colegio es capilla». Todo el centro es un espacio en el que se ensaya y propone un modelo de relaciones personales, de encuentro, de cuidados, de atención y de diálogo que está fundamentado en los valores del Evangelio.
Incluso viviendo en una sociedad muy secularizada, nos encontramos con que son muchas las familias que siguen eligiendo ese modelo. Seguramente no tanto porque encaje con su fe sino porque creen que es lo que puede mejorar la sociedad en el futuro y la educación de sus hijos. Eso nunca lo debemos abandonar. Nuestra excelencia tiene que estar en ese tipo de valores y principios en los que nos apoyamos.
Es bueno que haya una propuesta plural en cualquier sociedad, como la hay en cualquier escuela de Europa. La propuesta de escuela católica en muchos países es acogida y financiada por el gobierno que esté. Lo que siempre proponemos es que esta pluralidad no se vea como una amenaza y se acoja como una riqueza.
¿Cómo tendría que salir un alumno de un centro católico para decir que lo ha aprovechado?
Además de los elementos propios de los perfiles pedagógicos, tienen que salir no solo con todo aprobado. Es un alumno del que nosotros esperamos, a través del perfil evangelizador del centro, que salga con capacidad de transformación del centro y la sociedad. Que sea gente capaz de transformar su espacio. Que sea una persona abierta y tolerante, que sepa acoger al diferente, al que no es como él, y sepa integrarlo en su espacio y en su comprensión del mundo. Que sea una persona de diálogo, que se abra y sea de encuentro para los demás, que sea una persona que genere espacios de cuidados a sí mismo, a los demás y a los más pequeños.
El Papa Francisco ha dicho muchas veces que la escuela católica no debe ser un búnker donde todo se viva hacia el interior, hay que salir hacia fuera. Esperamos que el alumno haya sabido acoger esto que ha ido recibiendo durante el tiempo que haya estado en la escuela y lo sepa expandir hacia los demás.