Pasos sin marcha atrás - Alfa y Omega

Pasos sin marcha atrás

Miguel García-Baró
Entrega del informe sobre abusos del Defensor del Pueblo al cardenal Omella
Entrega del informe sobre abusos del Defensor del Pueblo al cardenal Omella. Foto: CEE.

En los últimos años se está reaccionando, quiero creer que cada vez más rápido, respecto del amplísimo y espantoso mal de los abusos. La Iglesia tendría que haberse adelantado y no lo ha hecho en la medida en que la conciencia y el Evangelio lo mandan. Pertenece a lo esencial de su vida, ahora mismo, limpiar de modo radical su propia desgracia y su pecado, y colaborar a que todo el resto del cuerpo social despierte y mejore. Es preciso comprender hasta qué niveles de daño y sufrimiento llegan los abusos. Queda mucho en la tarea de sensibilizar a todos. También hay todavía una carencia muy peligrosa a la hora de interpretar síntomas, de escuchar a las víctimas y de reaccionar sin herirlas más.

Este año se han dado pasos significativos: la jerarquía de la Iglesia en España anuncia reparaciones que no precisen sentencias firmes favorables y ya se dispone de un protocolo claro, obligatorio y general sobre cómo afrontar los abusos. El informe del Defensor del Pueblo ha presentado una radiografía amplia y seria de la situación dentro de todo el contexto en el que sucede. La voz directa de las víctimas ocupa ahí el lugar debido, junto a las palabras de las asociaciones dedicadas a su cuidado. Son pasos de los que no se podrá retroceder y que cambian la atmósfera que antes respirábamos.

Existe, por cierto, un lugar en Madrid donde puede acudir cualquiera que se vea agredido y también el agresor que desee sanar. El Proyecto Repara necesita ser más conocido y apoyado. Es signo de un futuro al que hay que llegar cuanto antes.

La experiencia ha mostrado con completa claridad que hay un duro problema de abusos sexuales a personas mayores de edad y que las relaciones asimétricas pueden convertirse en abusos de poder y de conciencia tan destructivos muchas veces como los sexuales. Cuando la persona que más tiene a su cargo la protección de alguien se convierte en abusador, la destrucción puede quebrar todos los vínculos esenciales que unen a alguien con los otros e incluso con Dios. El ámbito del cuidado a las víctimas se amplía así por dominios que comprometen los límites del derecho. Pero solo cuando esto ocurre empezamos a pensar que estamos auténticamente en la vía que exigen de nosotros la justicia y la caridad.