«Para llegar a las víctimas es necesario romper con la cultura de la indiferencia»
En el Día Mundial contra la Trata, la ONU lamenta que casi la mitad de las víctimas no tenga más remedio que auto-rescatarse ante la escasez de medios para combatir este crimen
Hace unas semanas, las autoridades italianas en colaboración con las eslovenas, francesas y albanesas desmantelaron la enésima red de tráfico de seres humanos con ramificaciones en toda Europa. Hacían caminar a decenas de personas hasta la extenuación entre la frontera boscosa de Croacia y Eslovenia para llevarlos después en coche hasta Italia. Así organizaron hasta 32 grupos en solo un año, hombres, mujeres y niños. Por cada persona pedían entre 200 y 500 euros. Durante las caminatas, pegaban a cualquiera que no quisiera andar. A los niños les atiborraban de somníferos para que no hicieran ruido y con los mayores hacían lo propio, pero con litros de bebidas energéticas para que no bajaran el ritmo. Es una prueba más de que el tráfico de personas no discrimina entre edades, regiones o nacionalidades.
De acuerdo con la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), el tráfico de seres humanos organizado por el crimen organizado llega a generar unos beneficios anuales de unos 2 billones de dólares, aunque, dada la opacidad de estos delitos, se trata solo de una estimación y la cifra podría superar los 3 billones en realidad. Es uno de los negocios más lucrativos solo por detrás del narcotráfico y el tráfico de armas. La ONU en este Día Mundial contra la Trata de Personas invita a no dejar a nadie atrás y a estar especialmente atentos para descubrir si tenemos cerca a alguien que pueda ser víctima de trata. Porque según el séptimo Informe mundial sobre la trata de personas 2022 de la UNODC que analiza 141 países, el 41% de las víctimas que consiguen escapar de su terrible experiencia acuden a las autoridades por iniciativa propia, es decir, se auto-rescatan, «otra clara señal de que las medidas de lucha contra la trata se quedan cortas», indica el estudio. Asegura también que, no solo fallan las medidas para combatir este delito, sino también la aplicación de la justicia. Así, las tasas de detección cayeron un 11% en 2020 y las condenas se desplomaron un 27%, «lo que ilustra una ralentización mundial de la respuesta de la justicia penal a la trata»: «La pandemia también alteró las propias características de la trata, empujándola aún más hacia la clandestinidad y aumentando potencialmente los riesgos para las víctimas al hacer menos probable que el delito llegue a conocimiento de las autoridades».
La Iglesia en España se suma a esta jornada animando a cada uno a hacer su parte para frenar esta lacra, porque «todos y todas somos necesarios para llegar a quienes son víctimas de trata o pueden llegar a serlo, cuya dignidad está siendo agraviada y cuyos derechos fundamentales están siendo vulnerados», recuerda en esta fecha la Comisión Episcopal para la Pastoral Social y la Promoción Humana.
Desde Pastoral Social insisten en que, como Iglesia, estamos llamados a defender siempre la dignidad de todo ser humano. Y apuntan a que «para llegar a las víctimas también es necesario romper con la cultura de la indiferencia y fomentar la cultura del cuidado y del encuentro».
El Papa también ha hecho alusión este domingo a esta conmemoración establecida por la Organización de Naciones Unidas. Francisco ha asegurado que «la trata es un crimen que hace de las personas una mercancía» y que quienes lo sufren «viven en condiciones inhumanas y sufren la indiferencia y la marginación de parte de la sociedad».