«Gracias a las monjas pude decir basta» - Alfa y Omega

«Gracias a las monjas pude decir basta»

560.606 víctimas de trata fueron atendidas por Talitha Kum el año pasado. Una de ellas es Mariana, a la que obligaban a drogarse para no estar tan triste con sus clientes

Victoria Isabel Cardiel C.
Una religiosa de la red Talitha Kum abraza a una niña en Filipinas. Foto: Lisa Kristine.

Los clientes se quejaban de que Mariana estuviera tan triste y sus proxenetas le ordenaron drogarse. Con 13 años, fue vendida por unos traficantes a un burdel español de mala muerte por 300 euros. Durante cinco años pasó por más de 40 locales de alterne, o «campos de concentración», como ella los llama. Sometida a los métodos del terror que usan las mafias, sin tiempo para dormir, comer o ducharse, adicta a la cocaína y asqueada de sí misma por las continuas vejaciones, solo quería morirse. «Las noches parecían eternas. Tenía que estar con hombres de todas las edades y apariencias que tenían deseos horribles que yo debía satisfacer las 24 horas del día», recuerda esta joven rumana. Su historia aparece en el informe de 2022 que da cuenta de las actividades que sostiene en todo el mundo Talitha Kum, la red global de religiosas contra la trata, creada en 2009 por la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG).

Mariana es una de las 34.463 víctimas que esta estructura presente en 97 países liberó de las garras de la explotación sexual o laboral: «Gracias al acompañamiento de las monjas pude decir basta. Tomé las riendas de mi vida. Ellas me ayudaron a recuperar la confianza en mí misma». En total, el año pasado ayudaron a 560.606 personas, de las que 442.276 se beneficiaron de acciones de prevención y otras 83.867 participaron en actividades de formación y trabajo en red. Un 40 % más que en 2021, a pesar de que el mundo es ahora un lugar menos seguro. «Los conflictos, que son siempre un factor que exacerba la trata y la explotación, se han agravado en muchos países. Hay guerra en Myanmar y Sri Lanka; en Burkina Faso, Malí, República Democrática del Congo y otros países en África; en Siria… por no hablar de la invasión rusa en Ucrania, a las puertas de Europa». O de la crisis continua en Venezuela. «En todos esos lugares se han creado las condiciones ideales para que haya riesgo de explotación humana», asegura Abby Avelino, de las Hermanas de Maryknoll, que desde septiembre es la nueva coordinadora internacional de Talitha Kum. La formación es primordial: «Nuestro trabajo no es fácil. No son pocos los que han acabado amenazados por las mafias. Necesitamos estar preparadas para afrontar tanto los riesgos directos como los indirectos. Además, la identificación de las víctimas no es algo sencillo. Manejamos protocolos en cada red o país».

2022 fue uno de los años más complicados. La pandemia de la COVID-19 tuvo mucho que ver. La mayor crisis sanitaria de la historia reciente dejó a los supervivientes de la explotación laboral y sexual y el tráfico de personas sin acceso a alimentos, agua, alojamientos seguros o apoyo psicológico. «Debido a los bloqueos y las limitaciones de los servicios de lucha contra la trata, las víctimas tuvieron incluso menos posibilidades de escapar de sus traficantes. Con las fronteras cerradas, muchas personas rescatadas se vieron obligadas a permanecer durante meses en albergues en los países donde habían sido explotadas en lugar de regresar a sus casas», explica la responsable internacional de Talitha Kum.

La concienciación es clave

La pandemia ha remitido, pero no los retos a los que deben enfrentarse para revertir esta lacra, como la captación online. «Resulta fácil y económico para las mafias usar internet para colocar ofertas de trabajo engañosas y hacer creer a las personas que responden a una verdadera oferta de empleo», incide. Por eso, una de sus prioridades es la prevención: «Tenemos actividades de concienciación en la lucha contra la trata de seres humanos a escala internacional. No podemos hacerlo solas. El trabajo en red y la colaboración con otras organizaciones —gubernamentales y no gubernamentales— y organismos a escala nacional, regional e internacional son la clave para hacer frente a este delito».

Datos
  • Los grupos criminales que se dedican a la trata de personas obtienen cada año 50.000 millones de dólares de beneficios. Es uno de los negocios ilícitos más lucrativos en el mundo, según datos de la OIT
  • El 70% de las personas traficadas son mujeres y niñas
  • Tres nuevas redes de Talitha Kum se establecieron en 2022 en Malí, Costa de Marfil y Bolivia.
  • Talitha Kum atendió en 2022 a un 40 % más de personas, de las que 34.400 eran víctimas de la trata.

Avelino asistió al foro interreligioso del G20, que se celebró a principios de mayo en Nueva Delhi (India), con el objetivo de sensibilizar ante «cuestiones prioritarias como el tráfico de seres humanos». O sobre el hecho de que «no ocurre solo en países empobrecidos. Tampoco hay un único perfil de víctimas, aunque los traficantes se centran en los más vulnerables; sobre todo mujeres, niños, minorías étnicas, jóvenes, migrantes y refugiados», resalta.

Además de monstruoso, este delito es muy rentable. Se trata del tercer negocio más lucrativo del crimen organizado a nivel mundial, solo por detrás del narcotráfico y la falsificación. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) sitúa en 137.500 millones de euros al año las ganancias de las mafias. «Se trata de una delincuencia organizada de muy alto perfil. Pero en la mayoría de los casos, los primeros traficantes son sobre todo conocidos. Pueden ser sus hermanos, padres, amigos. Es un delito muy complejo y oculto. Además, las víctimas prefieren sufrir antes que poner a su familia en peligro, porque sus vidas están amenazadas por los traficantes», revela Avelino. La trata de seres humanos es un fenómeno en constante evolución, que se adapta a las realidades sociales, económicas y políticas, añade. A la falta de denuncias, se suman las carencias de los sistemas judiciales y policiales, que en pocos casos logran proteger a las víctimas. Por eso esta red eclesial sigue fortaleciendo su armadura: ya participan en ella 762 congregaciones religiosas, de las que el 87 % son femeninas.