Papa Francisco: «Las iniciativas benéficas no deben volverse empresas»
El Papa felicitó a la comunidad católica de Mongolia por seguir el ejemplo de los primeros cristianos y cuidar «los cuatro pilares» de la comunión, la liturgia, el servicio y el testimonio
En su último día en Mongolia, Francisco se despidió del personal de la prefectura apostólica de Ulán Bator e inauguró a las 9:30 locales (3:30 en España) la Casa de la Misericordia. Es una estructura de inspiración católica que prestará en la capital servicio a las personas más vulnerables y reunirá a voluntarios de todas las sensibilidades religiosas. «Esta casa que habéis construido es una expresión concreta del cuidar de los demás por el que los cristianos se reconocen», dijo a sus responsables el Papa, quien añadió que «donde hay acogida, hospitalidad y apertura al otro se respira el olor a Cristo».
Francisco felicitó a la pequeña comunidad católica por abordar de forma equilibrada los cuatro pilares de la «gran yurta» que es la Iglesia: comunión, liturgia, servicio y testimonio. «Es maravilloso ver que, después de tantos siglos, el mismo espíritu permea en Mongolia». Y celebró el legado de los misioneros que llegaron a principio de los años noventa y «sintieron enseguida la llamada a cuidar de la infancia abandonada, los hermanos sin domicilio fijo, los enfermos, las personas con discapacidad, los encarcelados y todos los que sufrían y pedían ser acogidos». El Papa dio «mis más sentidas gracias» a los misioneros que, en los tiempos de transición democrática, prestaron la ayuda que les pedía el Gobierno para atender las necesidades del país. «Pusieron al servicio de la sociedad su conocimiento, su experiencia, sus recursos y sobre todo su amor», reivindicó.
El Papa celebró el componente voluntario de la Casa de la Misericordia. «Servir así parece una apuesta perdida, pero cuando uno se pone a disposición descubre que lo que se regala sin esperar contrapartida no se desperdicia sino que se convierte en una gran riqueza para el que da su tiempo y energía». Y advirtió de que, aunque «la caridad requiere profesionalidad, las iniciativas benéficas no deben convertirse en empresas sino conservar la frescura».
Antes de marchar al aeropuerto internacional de Genghis Khan, Francisco refutó algunos mitos sobre los voluntarios, como el de que son gente adinerada o que se embarcan en actividades con el fin de hacer proselitismo. «Los cristianos reconocen a quien tiene necesidad y hacen lo posible por aliviarle el sufrimiento porque ahí ven a Jesús, Hijo de Dios, y en Él la dignidad de cada persona». Finalmente se despidió del país, embarcó rumbo a Roma y su aterrizaje está previsto para las 17:20 horas de España.