El Papa envía desde Mongolia «un saludo al noble pueblo chino» - Alfa y Omega

El Papa envía desde Mongolia «un saludo al noble pueblo chino»

De la mano del arzobispo emérito de Hong Kong, John Tong Hon, y el actual arzobispo, Stephen Chow, ha invitado a los fieles chinos a ser «buenos cristianos y buenos ciudadanos»

Ángeles Conde Mir
Francisco en Ulán Bator de la mano del arzobispo emérito de Hong Kong y del actual arzobispo. Foto: CNS / Lola Gomez.

Francisco ha concluido el domingo en Mongolia con la celebración de la Misa en el Steppe Arena, un centro polideportivo inaugurado en 2021 que tiene capacidad para unas 2.600 personas sentadas. Muchos peregrinos llegados a Ulán Bator desde países próximos han completado el aforo junto a los fieles mongoles. Algunos de los asistentes a la Misa provenían de China continental. Sin embargo, las autoridades chinas no han permitido que los obispos del continente viajaran hasta Mongolia. Sí lo ha podido hacer el arzobispo de Hong Kong y neocardenal, Stephen Chow, acompañado por unos 40 católicos de su diócesis.

«Nómadas de Dios»

La celebración ha sido en inglés, en presencia de la Madre Celeste, la figura de la patrona de Mongolia encontrada en un vertedero; y el Papa Francisco ha pronunciado la homilía en italiano. Ha explicado, retomando las palabras del salmo de la Misa, que «el grito de nuestra sed no permanece sin respuesta», porque Cristo nos da el agua viva. Refiriéndose a la vida nómada típica de la estepa mongola, también ha dicho que todos somos de alguna manera «nómadas de Dios, peregrinos en búsqueda de la felicidad, caminantes sedientos de amor» que alguna vez atravesamos desiertos y pasamos sed, sobre todo, de amor.

«Solo el amor apaga verdaderamente nuestra sed, nos hace estar bien, nos abre a la confianza haciéndonos saborear la belleza de la vida. Queridos hermanos y hermanas, la fe cristiana responde a esta sed; la toma en serio; no la descarta, no intenta aplacarla con paliativos o sustitutos. Porque en esta sed está nuestro gran misterio; esta sed nos abre al Dios vivo, al Dios amor que viene a nuestro encuentro para hacernos hijos suyos y hermanos y hermanas entre nosotros», ha destacado el Papa en la celebración.

Fuentes que nos dejan más secos que antes

Dios ha abierto un camino en el desierto para nosotros, ha insistido Francisco, que ha recomendado la Palabra de Dios para calmar la sed. Una Palabra que a Mongolia llegó a través de los misioneros: «Y la Palabra siempre nos lleva a lo esencial de la fe: dejarnos amar por Dios para hacer de nuestra vida una ofrenda de amor».

Francisco también ha advertido del riesgo de acudir a las fuentes que parecen aliviar la sed, pero en realidad, «nos dejan más secos que antes». Ha dicho que la mentalidad mundana es una de ellas y esta supone pensar que lo que necesitamos es «el éxito, el poder o las cosas materiales».

Jesús propone otro camino, el de dar la vida. El Papa ha asegurado que ese, «el de abrazar la cruz de Cristo», es el mejor camino de todos. «En el corazón del cristianismo se encuentra esta noticia desconcertante y extraordinaria: cuando pierdes tu vida, cuando la ofreces generosamente, cuando la arriesgas comprometiéndola en el amor, cuando haces de ella un don gratuito para los demás, entonces vuelve a ti abundantemente, derrama dentro de ti una alegría que no pasa, una paz en el corazón, una fuerza interior que te sostiene», ha indicado.

Solo el amor da la verdadera alegría

Para resumir la homilía, el Santo Padre ha asegurado que la idea principal que Jesús quiere transmitir es que «para ser felices no hace falta ser grandes, ricos o poderosos», sino amar, porque «solo el amor cura nuestras heridas y solo el amor nos da la verdadera alegría».

La celebración ha terminado con las palabras de agradecimiento del cardenal Giorgio Marengo, prefecto apostólico de Ulán Bator, que ha obsequiado al Papa con una tela en la que estaba escrita la palabra gracias en idioma mongol.

«Un caluroso saludo al noble pueblo chino»

A continuación, el Papa ha tenido un gesto hacia el pueblo chino. De la mano del arzobispo emérito de Hong Kong, John Tong Hon, y del actual arzobispo, Stephen Chow, ha enviado «un caluroso saludo al noble pueblo chino». «A los católicos chinos les pido que sean buenos cristianos y buenos ciudadanos», ha añadido Francisco a la vez que repetía sus mejores deseos al pueblo chino, tal y como hiciera en el telegrama de saludo a Xi Jinping al sobrevolar cielos chinos de camino a Mongolia. China y la Santa Sede no mantienen relaciones diplomáticas con lo que estos, aunque pequeños, son detalles significativos. El jueves, China respondió a dicho telegrama de Francisco mostrándose «dispuesta a seguir trabajando con el Vaticano para entablar un diálogo constructivo, mejorar el entendimiento y fortalecer la confianza mutua».

El Santo Padre ha finalizado la Misa dando las gracias al pueblo mongol por su acogida y dando también las gracias a Dios «porque a través de vosotros, Él ama hacer grandes cosas en la pequeñez». Y se ha despedido con un «estáis en mi corazón y en mi corazón os quedareis. Recordadme en vuestras oraciones y pensamientos».