Pablo González: «La acogida en la JMJ será la medida de nuestra caridad» - Alfa y Omega

Pablo González: «La acogida en la JMJ será la medida de nuestra caridad»

El pasado diciembre, el cardenal Rouco Varela, arzobispo de Madrid, nombró al delegado episcopal de Cáritas Madrid, don Pablo González Díaz, hasta ahora también párroco de Santa Bárbara, nuevo vicario episcopal para la Vicaría IV de la archidiócesis madrileña. El pasado 7 de enero, tuvo lugar su toma de posesión. En esta entrevista a Alfa y Omega, desvela cuáles son los retos de su nueva labor al servicio de la Iglesia en Madrid

Redacción
Voluntarias de la JMJ

¿Cuál es la labor de un Vicario episcopal?
Mi misión en esta nueva etapa se centra en colaborar con la misión del obispo en una zona concreta. Se trata de estar cerca de los sacerdotes, de los consagrados y de todos los fieles cristianos en esa zona, siempre en comunión con el obispo.

Llega a la Vicaría IV, que comprende buena parte del sureste de Madrid.
Así es, comprende la zona Atocha, el Paseo de Reina Cristina, la Carretera de Valencia, Entrevías… Yo soy cura de Madrid desde 1976, y he sido seminarista en nuestro seminario desde los doce años, por lo que la conozco bien. Da la casualidad de que, en aquella época mía del Seminario Menor, ya salí a dar catequesis a algunas parroquias de la zona, y también íbamos a un comedor en la calle Embajadores, o visitábamos a las Damas Apostólicas en Entrevías. Recuerdo que, en las chabolas a las que íbamos, la gente se calentaba con el carbón que tiraban los trenes a su paso.

¿Qué dificultades tiene hoy la Vicaría, y con qué recursos cuenta?
Vallecas es la zona sureste de Madrid, y allí voy con mucha ilusión y con esperanza, tratando de realizar la tarea de que el reino de Dios siga en este barrio, entre estos vecinos. Mi tarea principal es animar a los sacerdotes e impulsar a las parroquias, de manera que sigan haciendo presente el amor de Dios que llena el corazón de los hombres.

Nada más llegar, se va a encontrar un acontecimiento muy importante para la diócesis: la JMJ Madrid 2011.
Nada más llegar a la Vicaría, he tenido una entrevista con la coordinadora de los colegios públicos de la zona, de manera que todo Madrid se va a distinguir por la acogida a los millones de jóvenes que vendrán. No vienen a un espectáculo, no vienen a una diversión efímera, sino que vienen convocados por el Santo Padre —una vez más, porque la primera fue en el año 1989, con la JMJ de Santiago de Compostela—, como una llamada del Papa a los jóvenes para que su encuentro con Cristo sea para ellos algo decisivo en su vida. Se trata de un acontecimiento de tanta trascendencia, que lo que vamos a vivir no se va a vivir nunca más, y por eso nos estamos implicando a todos los niveles, en la Iglesia y en toda la sociedad, para que todos abramos el corazón a tantos jóvenes y manifestemos que la luz de Cristo llena el corazón. Los jóvenes que están de cara a Dios son un signo de luz y de esperanza. Por eso, vamos a abrir las parroquias, las casas, las familias, los polideportivos, los colegios… Al final, la acogida es la medida de nuestra caridad.

Junto a su nueva labor, va a seguir siendo Delegado episcopal de Cáritas.

Así es. Desde el inicio de mi ministerio, mi vida se ha llenado con muchas tareas. Las de ahora no son contradictorias, sino que son complementarias. Por ejemplo, la Vicaría a la que llego está siendo muy afectada por la crisis y por el desempleo, lo que da mucha precariedad a las familias. La misión de Cáritas es, preferentemente, atender a los pobres y estar cerca de ellos. Por eso, que el Vicario de la Vicaría IV sea también Delegado de Cáritas me hace más cercano a la realidad de las familias golpeadas con la crisis. Compaginando las dos cosas, uno puede llegar mejor a los que más sufren la crisis. Hoy, la acción de Cáritas entre los pobres es impresionante, y es el mejor signo que podemos dar al mundo. Los servicios sociales no llegan a atender a los pobres tal como lo hace Cáritas.