Oriente Medio ya tendría tres cardenales en un cónclave
El patriarca latino de Jerusalén asegura que su nombramiento «es un reconocimiento de la importancia de Tierra Santa»
«¿Qué habrá pasado hoy?». El patriarca latino de Jerusalén, el franciscano Pierbattista Pizzaballa, no acostumbra a atender el teléfono los domingos. Pero el pasado 9 de julio «de repente empezó a sonar todo el rato y no sabía por qué». La preocupación no tardó en embargarlo. «Pensé que había ocurrido algo, porque aquí en Jerusalén siempre hay problemas», se justifica en conversación con Alfa y Omega, entre el humor y la resignación. Pero, por una vez, la acumulación de llamadas no era por una mala noticia. La gente lo llamaba para felicitarle por haber sido elegido por el Papa Francisco para ser creado cardenal el próximo 30 de septiembre.
«Prefiero pensar que es más bien un reconocimiento de la importancia de la Iglesia de Jerusalén y de Tierra Santa», subraya. Y también una renovación de la llamada a la que es «la principal misión de nuestra Iglesia»: construir puentes de reconciliación «en esta tierra tan herida, donde el conflicto, las tensiones y el odio están creciendo». Menos de una semana antes, el pasado 4 de julio, el patriarca tuvo que hacer público un comunicado condenando la «agresión sin precedentes por parte de las Fuerzas Armadas israelíes» en Yenín, en Cisjordania. La operación militar se saldó con doce palestinos y un soldado israelí muertos, y 4.000 personas desplazadas.
«Es verdad que en Tierra Santa tenemos oleadas cíclicas de violencia», reconoce a este semanario. «Pero con cada nuevo ciclo hay un aumento del odio y la violencia». De hecho, asegura, el nivel de violencia en Yenín fue similar al visto durante la Segunda Intifada. «Estamos muy preocupados porque en los territorios ocupados estamos viendo un aumento de la violencia por parte de los colonos y luego, por supuesto, en las reacciones» de los palestinos. Es la consecuencia, asegura, de «años de falta de diálogo entre los dos lados, de falta de liderazgo político y de la expansión de los asentamientos», mientras no hay «políticas que construyan perspectivas de futuro para la población». Una situación de la que «ahora es muy difícil salir». Mucho más fácil es, «desgraciadamente», pronosticar que las agresiones van a seguir creciendo.
Experiencia de diálogo
Todavía no sabe qué esperar de su nombramiento ni qué puede querer de él el Santo Padre. En sus últimas conversaciones, además de preguntarle por la realidad social y religiosa de Tierra Santa, ha constatado que a Francisco «le interesa mucho conocer todas las pequeñas realidades diferentes de encuentro. Le alegra que no estemos solo luchando sino que haya gente que quiere hacer algo positivo». De hecho, cree que la principal aportación de los católicos de Oriente Medio a la Iglesia universal es que «todos los obispos y cardenales tienen una experiencia pastoral muy buena de convivencia con otras Iglesias y religiones», en una región donde son minoría.
Un elemento muy enriquecedor «en este mundo cambiante cuyo carácter multicultural y multirreligioso crece por todas partes». Tal vez por eso el Papa presta tanta atención a esta región y quiere que se refleje también en el Colegio Cardenalicio. Para Pizzaballa, su elección «solo reitera lo que ya es un hecho», pues mientras en el cónclave que eligió a Francisco solo representó a Oriente Medio el patriarca maronita, Bechara Boutros Raï —ahora ya no elector—, a partir de septiembre en un hipotético cónclave habría tres: el patriarca caldeo, Luis Rafael Sako; el nuncio en Siria, Mario Zenari, y él mismo.
Pero Pizzaballa cree que también la «Iglesia madre» de Jerusalén tiene una aportación particular que hacer al gobierno de la Iglesia universal. «La Iglesia está unida al Papa, pero otro elemento importante de conexión es con sus raíces, que están aquí». Para mantener esta unión, en primer lugar son importantes las peregrinaciones. También la tradición de estudio bíblico en esa región, pues el patriarca considera clave «basar las muchas discusiones sobre teología de hoy en día en la revelación bíblica». Por último, «espero que mi nombramiento fortalezca dicha conexión».