Okún, un recorrido por el alma del pueblo cubano - Alfa y Omega

La mejor forma de conocer el sentir profundo de un pueblo es recorrer su folclore. No sé si esto lo dijo alguien antes… Si no, ya me aventuro yo a sentar cátedra. Cuando visito a las gentes de los países que he tenido la inmensa suerte de conocer, lo primero que hago es interesarme por sus raíces. Y, curiosamente, todos te responden con bailes y cantos

Recuerdo especialmente mi último viaje a Ecuador, cuando en la primera parada en lo alto del páramo andino, una comunidad nos recibió con sus rondadores y pingullos, entonando pasillos y sanjuanitos. Y nos invitaron a bailar su son, a entonar el pobre corazón entristecido o a cantar como yo canto, San Juan, San Juan. Un instante compartido, y ya te zambulles de lleno en sus vidas, su cultura y su alma.

Cuba no lo he pisado. Aún. En pocos meses viajaré hasta la isla, así que casi fue premonitorio encontrarme al Ballet Folclórico Nacional de Cuba en el cartel del Fernán Gómez, aunque por un breve espacio de tiempo. Cinco únicas funciones con final el domingo 19 de mayo, para deleitar al público madrileño con un recorrido por el alma del pueblo cubano, de principio a fin, a través de sus influencias ancestrales.

Y deleita, deleita. Perdonen si soy franca con mi humor previo al espectáculo, en el que tenía casi claro que dos horas enteras —con un descanso, eso sí— de baile folclórico cubano no iban a hacer las delicias de mis horas vespertinas. Pero rectificar es de sabios, oye. Y rectifico. Absolutamente absorta desde principio a fin, ése es mi resultado. Desde que el azul del mar ondulante en las polleras me transporta al límpido mar Caribe, testigo de la trata de esclavos llegados de la inhóspita tierra africana y agitado por la orisha Yemayá, la Madre del Universo, enfadada. Desde que dichos esclavos bailan frenéticos, representando su anhelo de libertad. Desde que conozco a la reina Olokún, la señora de los océanos, compañera inseparable del hombre. «En la primera parte, se presentan las danzas de origen yoruba, llegadas a nuestro país a través de la trata negrera», afirma Manolo Micler, director del espectáculo. Y así te familiarizas con Oggún, divinidad de la guerra; con Ayaba, la dueña del viento y la más guerrera de las orishas mujeres; con Elegbá, el dueño de los caminos… Y con todas las danzas surgidas para rendirles pleitesía: la Oggun Ada, la Eshu, la danza Arará o el Obatereo. Movimientos vibrantes, rítmicos, apasionados y llenos de color que influenciaron los ritmos actuales nacidos en la isla, que marcaron su historia.

Así, casi sin enterarte, llegas a la segunda parte del espectáculo, con viejos conocidos y lugares más comunes. La mujer mulata que expresa su feminidad a través de una Habanera; el popular Mambo, popularizado a finales de los años 40; el Chachachá y su culpita, que marcó la cultura cubana; el Chagüí, un baile popular de la región de Guantánamo…, para terminar carnavaleando con diversos bailes como la Tahona, el Guaguancó o la Columbia.

Todo aderezado con música en directo, en bambalinas, y dos o tres números de música en el escenario que, la verdad, deslucen un poco el conjunto de la obra. El vestuario es otro de los elementos más importantes, ya que los bailarines lo utilizan como recurso para recrear las olas del mar, el sonido chancletero del carnaval o la guerra con los machetes.

La compañía, que celebra su cincuenta aniversario, fue creada por el folclorista cubano Rogelio Martínez Furé y el coreógrafo mexicano Rodolfo Reyes Cortés, y se ha convertido en una de las más famosas de la isla cubana.

Para los que no tengan tiempo de ir, que estén atentos. Por si regresan.

Okún

★★★☆☆

Teatro:

Teatro Fernán Gómez

Dirección:

Plaza de Colón, 4

Metro:

Colón, Serrano

OBRA FINALIZADA

Cartel de 'Okún'