Obispos de todo el mundo piden ayuda para Jordania en la acogida de refugiados

Obispos de todo el mundo, entre ellos el español Joan-Enric Vives, arzobispo de Urgell, han participado del 14 al 19 de enero en el encuentro anual de la Coordinadora de Obispos para Tierra Santa, que este año ha tenido lugar en Jordania. Precisamente, desde esta tierra, han lanzado un llamamiento a sus países de origen —fundamentalmente de Europa y Norteamérica— para ser solidarios con el pueblo jordano y ayudarlo en la acogida de refugiados.

«Jordania alberga hoy a más personas desplazadas que casi cualquier otro país», constatan en el comunicado final, en el que explican que la mayor parte de estas huyen de la violencia de Irak, Siria o Yemen.

Los obispos han podido comprobar la ayuda que se les brinda en materia de alojamiento, formación y atención médica, legal y pastoral, pero también encontrarse con ellos. «Los iraquíes con los que nos hemos reunidos tienen pocos deseos de regresar a casa debido a la continua inseguridad y la falta de oportunidades», cuentan.

Tras pedir que se trate dignamente a todas las personas que buscan refugio y reconocer la labor de las comunidades locales en un contexto de dificultad económica y desempleo, insisten a Europa, Estados Unidos y Canadá para que alivien la situación de Jordania «aumentando la asistencia humanitaria sobre el terreno y ofreciendo una acogida más amplia a los propios refugiados».

Del mismo modo, la delegación ha podido comprobar que en el país se respeta la dignidad humana, una circunstancia, recoge la nota, que contrasta «con las crecientes violaciones contra la dignidad humana en otras partes de Tierra Santa».

Y añaden: «Compartimos las profundas preocupaciones expresadas por los obispos católicos locales sobre las amenazas a la convivencia pacífica en Israel, el recrudecimiento de la violencia en Cisjordania, el crecimiento sostenido de los asentamientos contrarios al derecho internacional y el mayor número de palestinos muertos en más de 20 años».

En este contexto, reclaman que se ponga en marcha un proceso de paz «arraigado en el derecho internacional, para que se conceda la libertad al pueblo palestino y para que se respete la igualdad de derechos de todas las comunidades».

El texto concluye con una referencia a la Sagrada Escritura: «Desde el monte Nebo, donde Moisés vio por primera vez la Tierra Prometida, contemplamos ahora una tierra profundamente dividida; y guardamos en nuestros corazones a todas las personas que nos hemos encontrado que anhelan un futuro mejor para ellos, sus familias y sus países de origen».