Beatificados cuatro de los «innumerables mártires anónimos» de El Salvador
Desde este sábado están en los altares cuatro mártires salvadoreños, el sacerdote Rutilio Grande y otros tres compañeros, asesinados en 1977
El obispo auxiliar de San Salvador, cardenal Gregorio Rosa Chávez, en representación del Papa Francisco, ofició este sábado la beatificación de cuatro mártires salvadoreños –Rutilio Grande, fray Cosme Spessotto, Manuel Solórzano y Nelson Rutilio Lemus– asesinados en 1977, poco antes del estallido de la guerra que asoló el país. Unas 6.000 personas acudieron a la ceremonia en la plaza Divino Salvador del Mundo, en la capital.
«Nuestros mártires pueden ayudarnos a recuperar la memoria y la esperanza para que no renunciemos al sueño de un país reconciliado y en paz, un país como lo quiere nuestro Dios: justo, fraterno y solidario», aseguró Rosa Chávez en su homilía.
A la Misa asistieron los obispos de todas las jurisdicciones salvadoreñas y de Centroamérica, autoridades gubernamentales y personal diplomático acreditado en El Salvador. En representación de la directiva del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) asistió Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo (Argentina), según informa Vatican News.
«¿Quiénes estamos aquí? Somos una representación de todo el pueblo salvadoreño y hemos venido de todos los rincones de la geografía cuscatleca», señaló el cardenal Rosa Chávez. «En nuestra asamblea hay humildes campesinos y campesinas que exultan de júbilo al ver que la Iglesia reconoce la santidad de quienes han dado la vida en su servicio. Hay también representantes de las comunidades que fueron pastoreadas por fray Cosme y por el padre Rutilio», añadió.
El prelado también subrayó las figuras de los laicos Manuel Solórzano y Nelson Rutilio Lemus, «representantes de esa inmensa multitud que nadie podía contar, es decir, de los innumerables mártires anónimos». En este sentido, el cardenal mencionó «ese número simbólico de los 75.000 muertos que hemos llorado a lo largo de la lucha fratricida que nos desangró durante doce años y que terminó felizmente cuando las partes enfrentadas firmaron los Acuerdos de Paz».
Rosa Chávez explicó que en América Latina el martirio está relacionado con la vivencia del Evangelio y de la doctrina de la Iglesia, sobre todo después del Concilio Vaticano II y de la Asamblea General del Episcopado del continente en Medellín.
Puso como ejemplo al padre Rutilio, que «después de seguir en Ecuador el curso del Instituto Pastoral Latinoamericano (IPLA) y de haber compartido la experiencia de trabajo con campesinos e indígenas en la diócesis de Riobamba, en tiempos de Leónidas Proaño, volvió a nuestro país con una clara e inequívoca opción por los pobres».
«Él fue quien encabezó la lista de nuestros mártires. Le siguieron 20 sacerdotes, tres religiosas y una misionera estadounidenses y cientos de mártires anónimos», señaló. Aunque obviamente el más célebre de ellos es san Óscar Romero, asesinado en 1980, Rosa Chávez quiso recordar también a otro obispo, Roberto Joaquín Ramos, fallecido en junio de 1993.