«Nuestro destino es resucitar». Se trata de dar «solo un paso y, después, la fiesta»
El Papa ha concluido su ciclo catequético sobre la vejez animando a los ancianos a «ser luz para los demás»
El Papa ha pronunciado su última catequesis sobre la vejez y lo ha hecho reflexionando sobre el final de la vida, la muerte y la resurrección a partir de la escena evangélica de la asunción de la Virgen al cielo. «En el acto divino de la reunificación de María con Cristo resucitado no transciende simplemente la normal corrupción corporal de la muerte humana, sino se anticipa la asunción corporal de la vida de Dios» de todos, ha explicado Francisco. «Nuestro destino es resucitar».
Pero antes del reencuentro con el Padre, «los ancianos tenemos que ser luz para los demás». No se trata de emprender grandes proyectos o pronunciar elocuentes discursos, sino de reconocer la importancia «de tantos detalles» que «constituyen la vida. Una caricia, una sonrisa, un gesto, un trabajo apreciado, una sorpresa inesperada, una alegría acogedora, un vínculo fiel».
Después llega la muerte. «Pasar esta puerta da siempre un poco de miedo», ha reconocido el Pontífice, «pero el Señor nos espera con su mano tendida» en el «hogar definitivo del hombre». Se trata de dar «solo un paso y, después, la fiesta».
En el cielo, según el Santo Padre, se «nos permitirá participar, con sublime emoción, en la exuberancia infinita y feliz del acto creador de Dios, del que viviremos en primera personas todas las aventuras interminables». Jesús lo describe «como un banquete de bodas, como una fiesta con los amigos, como el trabajo que hace perfecta la casa, o las sorpresas que hacen la cosecha más rica de la siembra», ha concluido el Papa.