Noel Chircop, laico que trabaja, a tiempo completo, en la evangelización: «Todavía estamos en camino» - Alfa y Omega

Noel Chircop, laico que trabaja, a tiempo completo, en la evangelización: «Todavía estamos en camino»

«Veo a gente radicalmente comprometida con la re-evangelización de Europa». Noel Chircop es maltés y lleva veinte años formando a cristianos comprometidos con la misión por todo el continente. Se dedica a esta labor a tiempo completo, como todos los miembros del Instituto Católico para la Evangelización, al que pertenece. Aun así -dice-, «no somos suficientes», y queda mucho por hacer

María Martínez López
Adoración al Santísimo durante un curso de formación del ICPE.

«Me encanta España. Pero, a la vez, me parece una bendición estar viniendo menos aquí últimamente». El maltés Noel Chircop forma parte del Instituto Católico para la Evangelización (ICPE), una comunidad de laicos misioneros, y lleva 20 años viajando por Europa para formar evangelizadores. Ahora, se centra en la preparación de líderes. Venir menos a España -donde estuvo por última vez para predicar en la Asamblea Diocesana de la Renovación Carismática Católica, de Madrid-es una buena noticia, porque significa que, «ahora, aquí, la gente se está responsabilizando de su propia formación y crecimiento».

El ICPE también ofrece cursos para jóvenes dispuestos a dedicar unos meses a formarse en profundidad sobre la vida cristiana y la misión. Su objetivo es parecido a «cuando pones en un invernadero una planta: crece más rápido, más fuerte, y luego», al volver a su ambiente, «resiste mejor a los elementos de la vida». Por ello, la idea ha florecido y se ha expandido en algunos países, gracias a iniciativas similares, como Jeunesse-Lumiere y la Escuela de Misión Emmanuel. De hecho, incluso existe -explica Noel- una asociación europea de escuelas de evangelización, de la que forma parte y que le produce «una gran alegría».

Compromiso con la misión

Otro elemento novedoso del ICPE es que su centenar de miembros se dedican a esta misión a tiempo completo. Noel fue uno de los primeros en dar este paso. Tras convertirse, «estaba muy comprometido con mi vida cristiana, pero llegó un momento en que no podía hacer eso y trabajar a la vez. Creía que Dios me estaba pidiendo algo diferente -no mejor-. Tras pensarlo durante un par de años, mi mujer y yo nos decidimos. Ni mi comunidad ni la Iglesia me pagan un sueldo. Vivimos de la fe, y por la generosidad de la gente, y hasta ahora ha funcionado: vivimos una vida sencilla, pero tenemos todo lo que necesitamos».

En su opinión, estas formas de compromiso -dedicar unos meses a formarse o ser evangelizadores a tiempo completo- son necesarias para la nueva evangelización. «Estoy contento de que se vea que los sacerdotes pueden compartir con nosotros la responsabilidad pastoral». No se trata de que los laicos hagan labores del clero. «Están llamados a ser levadura. Por un lado, se necesita muy poca gente, bien formada, seria, y comprometida -los servidores a tiempo completo-, para influir en el resto del rebaño», y ayudarle a ser, también él, levadura para el mundo. «La Iglesia debería invertir en sostener económicamente a estos servidores, por ejemplo, aportando algo entre varias parroquias. Es difícil, pero es el camino correcto». Uno de los desafíos es «cuidar que la gente no convierta esta vocación en un simple empleo».

Sin embargo, Noel es realista, y advierte de que «Europa se sigue alejando de la Iglesia». Y hay que asumirlo «sin escandalizarnos, sin esconder la cabeza como el avestruz», y «sin descorazonarnos. En mi labor, veo a gente radicalmente comprometida en la re-evangelización de Europa. Pero no somos suficientes, si queremos tomárnosla en serio». En su opinión -«muy personal»-, «la Europa cristiana no se volverá a levantar hasta que se humille, deje de mirarse como lo que era hace siglos -el continente que evangelizó al resto del mundo- y pida ayuda. Y todavía estamos en camino».

Es consciente de que algunas de sus propuestas pueden parecer extrañas, y que «hace falta tiempo para maniobrar el gran barco» de la Iglesia. Pero «el Papa nos está pidiendo que salgamos de nuestras comodidades. Tenemos que estar detrás del Papa, amar y rezar por nuestros obispos, y ayudarles a hacer lo que el Papa está pidiendo».

«El mundo necesita al Cristo real»

«El fruto del Año de la fe -opina Noel- tiene que ser poner a Cristo en el centro. El mundo que nos rodea no sólo rechaza a Cristo, sino que tiene necesidad del Cristo real, no del que yo presento». Lo sabe por la experiencia de su propia conversión. Católico de tradición, «un día descubrí que no era cristiano, sino alguien que iba a Misa los domingos. Tuve que entender que Cristo, como persona, está interesado en mí como persona. Para mí era alguien lejano: estaba interpretando a Dios como yo quería, y transmitiéndolo de forma equivocada. Tuve que ser re-evangelizado, re-cristianizado». Por eso, cree que, «cuando redescubro quién es Jesús para mí, yo puedo ser el rostro de Cristo para el mundo». Pero, además, «necesitamos leer los signos de los tiempos, y estar continuamente atentos para entender cómo habla el mundo». Por ejemplo, cree que «los jóvenes cambian por los desafíos de las nuevas familias», que hacen que tengan «una comprensión distinta de la persona, de su valor, de la autoridad… Cuando hablemos el idioma de hoy, podremos predicar el Evangelio de forma que todo el mundo lo entienda».