«No sabemos realmente si podrán celebrarse las elecciones» - Alfa y Omega

«No sabemos realmente si podrán celebrarse las elecciones»

La cita de Nigeria con las urnas este sábado hará tambalear al bipartidismo y pondrá a prueba la democracia en el país. El nuevo presidente tendrá que hacer frente a la corrupción y a la violencia

Victoria Isabel Cardiel C.
Simpatizantes del Partido Laborista durante una marcha en apoyo al candidato Peter Obi en Abuja el 18 de febrero. Foto: AFP / Kola Sulaimon.

Nigeria es un hervidero de rabia e indignación. La hambruna es una presencia injusta en la mitad de los hogares del país, donde al menos 112 millones de personas malviven sumidos en la extrema pobreza, con menos de 1,9 dólares al día. El 40 % de los nigerianos está expuesto a la incertidumbre de los remedios tradicionales, sin acceso a la sanidad básica. Con demasiada frecuencia dar a luz acaba en muerte y conseguir un antiviral para una gripe es misión imposible. La desigualdad es un lastre para el desarrollo social. Mientras las familias más ricas saborean el lujo en centros residenciales como Banana Island, una isla artificial en la costa de Lagos, la mayoría vive apiñada y lucha cada día por la supervivencia. La élite política —que en los últimos 24 años ha alternado en el poder al Partido Democrático de los Pueblos (PDP) y al Congreso de los Progresistas (APC)— ha vivido de espaldas a la desesperación de los nigerianos. Son pocos los que creen que la clase dirigente vaya a solucionar las penurias de la gente, pero las elecciones presidenciales, parlamentarias y a la gobernación de los estados, previstas desde este sábado, 25 de febrero, hasta el 11 de marzo, serán una prueba de fuego para la joven democracia africana que echó raíces en 1999, tras de 15 años de brutal e ineficaz poder militar.

A la cita en las urnas están llamados 90 millones de nigerianos. Hay 18 candidatos, pero los analistas solo consideran a tres aspirantes: Bola Tinubu, de APC; Atiku Abubakar, del PDP y Peter Obi, del Partido Laborista. La irrupción de este último candidato, favorito entre los jóvenes, podría pulverizar para siempre el bipartidismo que ha marcado hasta ahora la política nigeriana.

Nigeria
Población:

210,3 millones de habitantes

Religión:

Islam, 53,5 %; cristianismo, 45,9 %, y otros, 0,6%

Esperanza de vida:

54 años

Índice de pobreza:

más de 4,4 millones de personas no tienen cubiertas sus necesidades básicas

Las elecciones llegan en un momento difícil para el país más poblado de África. Nigeria está en medio de una creciente crisis de la deuda: el 100 % de los ingresos del país se destina al pago de la deuda nacional, de casi 200.000 millones de dólares y la inflación es del 21 %. «La situación está al límite. El Gobierno impuso un nuevo diseño de los billetes de naira (moneda del país), pero los nuevos billetes escasean mientras que las tiendas y los bancos no aceptan los viejos. Es un auténtico caos, por lo que no sabemos realmente si podrán celebrarse las elecciones», asegura Ayisha Osori, analista del diario Business Day, el principal periódico de negocios de Nigeria.

La deplorable situación económica ha dado alas a la amenaza constante del terrorismo y a la violencia separatista. Según el observatorio independiente International Crisis Group, en 2022 al menos 10.000 nigerianos murieron en algún ataque armado. Los insurgentes islamistas de Boko Haram y Estado Islámico – Provincia de África Occidental (ISWAP por sus siglas en inglés) dominan el noreste del país y las bandas criminales están presentes también en zonas del centro y norte. «La inseguridad generalizada es un gran motivo de preocupación, pero no solo para las elecciones. Hay secuestros y muertos a diario», asegura el sacerdote Uche Oboechina, director del departamento de Iglesia y Sociedad del Secretariado Católico de Nigeria. «Ya ha habido ataques a las oficinas de la comisión electoral —porque la gente no la ve como un árbitro imparcial— y habrá altercados durante la votación en muchos lugares. Si las elecciones no van bien, si la gente siente que se han producido graves injusticias, saldrán a la calle, porque los nigerianos ya han sufrido bastante», agrega.

Contra la fe

La violencia es un mal endémico en el país más poblado de África y los cristianos son el blanco de muchos ataques. El informe Proyecto de documentación de atrocidades nigerianas del Centro Kukah de Abuja documentó, en los últimos ocho meses de 2022, más de 200 agresiones contra comunidades cristianas en el norte de Nigeria sin que hubiera una respuesta militar o policial contundente contra los atacantes.

La impunidad que reviste a los violentos es el principal escollo. «Las autoridades tienen que estar a la altura de sus obligaciones y trabajar para mitigar la violencia, sancionando a los autores y garantizando la credibilidad de los comicios», incide. A calmar las aguas no ayuda el tono irascible de la campaña política. Las redes sociales y los mítines se han llenado de mensajes de odio que han inflamado las posiciones, mientras que las noticias falsas pululan sin ningún contraste. «La fuerte identidad étnica, religiosa y regional de los candidatos ha polarizado al electorado. Los tres candidatos principales representan casi milimétricamente a las antiguas regiones del norte, el oeste y el este. La religión desempeña un papel importante en la política electoral. Además, llevamos arrastrando una situación de fuerte polarización ocho años, porque hemos tenido a uno de los presidentes más polarizadores», incide la columnista Osori sobre el actual presidente, Muhammadu Buhari, que ya ha cumplido dos mandatos y no se presenta como candidato.

El partido que asuma el Gobierno después de las elecciones de este mes heredará una bomba de relojería. Es un país productor de petróleo, lleno de riquezas, pero mal distribuidas, que necesita con urgencia una reforma constitucional para atender los desafíos inmediatos como la crisis de la deuda, así como los problemas estructurales de violencia y corrupción a largo plazo.