No puede haber salud laboral en una sociedad enferma
Al estrés que generan la competitividad o la falta de conciliación se suman sufrimientos que se arrastran desde otros ámbitos
La Subcomisión para la Acción Caritativa y Social de la Conferencia Episcopal Española está dedicando este curso a la reflexión sobre el problema, «particularmente urgente», del aumento del sufrimiento psicológico y emocional. La pena, el desánimo o la ansiedad no son una enfermedad mental en sentido estricto y, sin embargo, están detrás del hecho de que España encabece el consumo de ansiolíticos. En su mensaje para la Pascua del Enfermo de este año, que se celebra el próximo 5 de mayo, los obispos piden «reconocer las dolorosas condiciones en las que muchas personas se encuentran» y cómo las llevan «al límite de su fuerza».
Se trata de un fenómeno tan preocupante como complejo de afrontar. El entramado de relaciones —y ausencias— que viven las personas en su día a día junto a unas condiciones económicas y sociales marcadas en muchos casos por la precariedad pueden bastar para sentir el agua al cuello. No es de extrañar, por tanto, que con motivo del Día Internacional de los Trabajadores se haya llamado la atención sobre el aumento de las bajas por estrés o que la depresión se considere ya una enfermedad laboral; dos fenómenos vinculados a situaciones como un nivel de exigencia exagerado, falta de conciliación o exceso de competitividad. Esto no implica que las empresas siempre sean la causa de todos los problemas; una idea que el abogado laboralista Javier Marijuán, en estas páginas, pide analizar. Las personas pasan muchas horas en el trabajo y, en ocasiones, hasta él arrastran sufrimientos desde otros ámbitos, aunque a veces no puedan discernir con claridad la causa de esa desazón que les dificulta afrontar las exigencias laborales.
En este contexto, es fundamental reclamar medidas para que se respeten la dignidad y el descanso de los trabajadores y cuidar la salud mental en el trabajo. Pero ello no será posible si no se actúa sobre la lacra del sufrimiento psicológico en el conjunto de la sociedad.