En jornadas como la de hoy, ante hechos como la sentencia del Tribunal de Derechos Humanos, de Estrasburgo, se nota, más que nunca, la ausencia, o cuando menos la clandestinidad, de verdaderos intelectuales que esclarezcan pedagógica y divulgativamente lo ocurrido. Hay que recurrir a esos filósofos e intelectuales del día a día que son los humoristas y que, obviamente, en las viñetas que han sido publicadas en los periódicos muestran todo, menos ganas de bromear y de hacer chistes. No está el horno para esos bollos. En ABC, aparte de la viñeta de Nieto, que ilustra este comentario, Puebla ha pintado una tumba de una víctima de ETA con este texto sobre la lápida, ante la derogación de la Doctrina Parot: Hoy me levantaría euroescéptico. No son sólo las víctimas del terrorismo las que, ante la sentencia del Tribunal de Estrasburgo, se levantarían escépticos. Doña Teresa Jiménez Becerril, europarlamentaria del Grupo Popular y víctima directa del grupo etarra, escribe: «Para quien como yo trabaja desde el Parlamento europeo por conseguir un espacio de justicia, libertad y seguridad común, sentencias como la de ayer son un paso atrás de gigante, ya que alejan a nuestros ciudadanos del sueño de una Europa justa. Y sigo sin poder responder a ese desesperado por qué».
Ciertamente, somos muchos los que no sabemos responder a esa lacerante pregunta. ABC ha titulado su portada Estrasburgo consuma la afrenta a las víctimas. La Razón ha titulado, sobre fondo negro, Injusticia. El Mundo ha titulado 79 criminales múltiples saldrán en libertad en sólo unos meses. La sentencia de Estrasburgo da a ETA su mayor victoria en los Tribunales. En El Mundo, Gallego y Rey han pintado un reguero de sangre que se cuela por una cloaca, y Ricardo ha pintado una hilera de tumbas de víctimas de ETA pisoteadas. La Gaceta ha sacado a portada la bandera estrellada de Europa y, sobre una de las estrellas, ha puesto el anagrama del hacha y la serpiente etarra, y en el medio este titular: Europa, gracias por nada. Sólo El País se distingue de los demás titulando El Tribunal de Estrasburgo avala la excarcelación de decenas de etarras. La Corte de Derechos Humanos anula la aplicación retroactiva de la Doctrina Parot. Su humorista El Roto, junto al editorial del periódico, titulado Acatar, aplicar, va al fondo, pintando un tumor con esta leyenda: Una vez extirpado el tumor, los negociadores hablaron de reinsertarlo.
Así que esto es lo que hay, y ciertamente lo del tumor, maligno donde los haya, no va descaminado. Algo muy triste y muy dramático y muy intolerable ha ocurrido en este viejo país llamado España, para que el Tribunal europeo, de rimbombante nombre, sentencie, en resumidas cuentas, que lo mismo da asesinar o violar a una persona que a 30. Algo muy elemental tenía que haberse hecho hace tiempo, y no se hizo, con nuestro miserable Código Penal actual. El Fiscal General del Estado ha dicho públicamente: «Aunque discrepemos, la sentencia obliga a ejecutarla en sus estrictos términos». Un amigo me comentaba: «Me gustaría saber qué hubieran sentenciado esos jueces, eurócratas millonarios, de Estrasburgo si les hubieran matado o violado a alguno de sus hijos o hijas».
Está muy bien eso de llamarse Tribunal de Derechos Humanos, pero ¿se pueden aplicar sus sentencias a seres cuyas actuaciones no tienen nada de humano? Ahí queda la preguntita. Y ahí va otra: ¿acaso las víctimas no tenían y no tienen derechos humanos? Los juristas –y no digamos nada los leguleyos– hablan de que se trata de aplicar criterios jurídicos; pero habrá que preguntarse alguna vez si esos criterios jurídicos son humanos o antihumanos y, eventualmente, habría que cambiarlos cuanto antes, o hacer todo lo posible por cambiarlos, en Estrasburgo, en Madrid y en Sebastopol.
Y recurrir a la coartada de añadir la sincerísima y sentidísima condolencia que sienten hacia las víctimas suena a sarcasmo y a cinismo, y suena también a eso tan leguleyo y tan jurídico de que excusatio non petita, acusatio manifesta. Hablando en plata –porque en cuestiones como ésta es muy importante que todo se entienda muy bien y muy clarito–: que lo que han hecho los señores de Estrasburgo, y en primer lugar el impresentable juez socialista español, será, como lo del aborto, todo lo legal que quieran, pero no justo; y, no digamos nada, ético o decente, humanamente hablando. Esto es lo que entiende cualquier españolito de a pie por la calle.