Nigeria: «Cada día veíamos morir a una»
«Cada día éramos testigos de la muerte de una de nosotras, y esperábamos nuestro turno». Habla Asabe Umaru, una de las 700 mujeres nigerianas liberadas por el ejército nigeriano de las manos de Boko Haram, la semana pasada. Hambre, palizas y violaciones –214 estaban embarazadas al ser liberadas–, matrimonios forzados y amenazas para luchar o cometer atentados eran habituales. Al acercarse el ejército nigeriano, algunas fueron lapidadas por negarse a huir con los terroristas. El ejército, en su ofensiva, ha encontrado fosas comunes con cientos de muertos. En seis años, Boko Haram ha asesinado a 13.000 personas.
«Los crímenes de Boko Haram son obra del demonio –ha dicho monseñor Oliver Dashe Doeme, obispo de Maiduguri, en visita a algunas parroquias del nordeste del país para consolar a los fieles e invitarlos a no ceder a la tentación de venganza–. Sólo Dios puede liberarnos. Él luchará esta Guerra y acabará con la violencia».
El terrorismo de Boko Haram ha provocado que la Comisión de Libertad Religiosa Internacional, que asesora al Gobierno de EE. UU., invite a la Secretaría de Estado norteamericana a incluir a Nigeria entre los países de particular preocupación.