Llega a nuestras pantallas una película, escrita y dirigida por Chuck Konzelman y Cary Solomon, que ha suscitado reacciones de lo más variopintas. El argumento, inspirado en la novela A Nefarious Plot (2016), de Steve Deace, se desarrolla en la celda de una cárcel, con un planteamiento muy teatral. El doctor James Martin (Jordan Belfi) es un psiquiatra al que encargan hacer un informe pericial sobre el preso Edward Wayne (Sean Patrick Flanery), sentenciado a la pena capital. Si en el informe el doctor Martin concluye que el reo padece un trastorno mental, por ley este no podrá ser ejecutado. Pero si, por el contrario, afirma que está cuerdo y que finge su locura, será electrocutado en unas horas. Wayne afirma que en realidad él es un demonio, Nefarious, que ha poseído el cuerpo del recluso. El psiquiatra es ateo y obviamente está convencido de que el reo o está loco o se lo hace. Sin embargo, a medida que va teniendo lugar la entrevista, en el doctor Martin irán apareciendo dudas y se irán resquebrajando muchas de sus convicciones.
La película, a pesar de tratar de una posesión diabólica, no es una cinta de terror. Oscila entre el drama y el thriller psicológico. El nudo dramático gira en torno al diálogo, lo que es un desafío para que el resultado no sea poco cinematográfico. Un reto al que contribuye positivamente el excelente trabajo interpretativo de Sean Patrick Flanery, muy por encima del de Jordan Belfi, indudablemente más convencional.
Está claro que es interesante y supone aire fresco para el cine de posesiones, ya que el espanto no viene de los efectos especiales y maquillajes, sino de las palabras de Nefarious. Pero ese es también el talón de Aquiles del filme. Por un lado es muy sugerente la confrontación del demonio con el psiquiatra, quien representa la mentalidad dominante, ilustrada, atea, positivista y cientificista. Pero lo paradójico es que, frente al entusiasmo del doctor Martin con las supuestas conquistas sociales y progresistas de nuestro tiempo, el demonio propone un juicio mucho más verdadero y profundo sobre nuestra época. Y aquí reside una gran contradicción: ¿un siervo del príncipe de la mentira quiere sacar del engaño a Martin y llevarle a la verdad? ¿No sería más lógico dejar que viva equivocado, de espaldas al sentido real de las cosas? Y esto nos lleva al segundo problema de fondo de la cinta: no hay ningún personaje que suponga un punto de fuga. O Nefarious, que es un creyente que odia a Dios, o el psiquiatra, que es un discípulo del pensamiento único. Por otra parte, el planteamiento da a entender que la historia es una lucha entre dos rivales, Dios y Satanás, y que los hombres somos como los peones de la contienda.
En definitiva, estamos ante una película muy sugerente, pero que el católico debe asumir con una mirada crítica y muy reflexiva. De hecho, da la impresión de que lo que encarna Martin está más alejado de Dios que el propio Nefarious. Pero saquen sus propias conclusiones.
Chuck Konzelman y Cary Solomon
Estados Unidos
2023
Terror
+16 años