La zona de interés. La banalidad del mal. De Eichmann a Hoss - Alfa y Omega

La zona de interés. La banalidad del mal. De Eichmann a Hoss

Juan Orellana
El jardín de la casa de la familia Hoss da a un campo de concentración
El jardín de la casa de la familia Hoss da a un campo de concentración. Foto: Wanda Vision.

En 1960 el oficial de las SS Adolf Eichmann fue secuestrado y trasladado por el Mossad a Israel, donde fue juzgado y condenado a muerte. Fue ejecutado en 1962. Asistió al proceso como corresponsal de la revista The New Yorker la filósofa alemana Hanna Arendt. En 1963 publicó un libro sobre todo lo que había reflexionado durante el juicio, que se llamó Eichmann en Jerusalén. Un informe sobre la banalidad del mal. En él, Arendt afirmaba que el problema de Eichmann no es que fuese un sociópata, un monstruo sediento de crueldad, sino que era un buen burócrata de un sistema que, entre sus muchas actividades, planificaba el exterminio de judíos. Eichmann obedecía y trataba de ser el mejor en su trabajo, buscando la excelencia como disciplinado funcionario del Tercer Reich.

Eso es exactamente lo que plantea La zona de interés, pero referido al teniente coronel Rudolf Hoss, comandante del campo de concentración de Auschwitz-Birkenau. La película se inspira en la obra homónima que en 2014 publicó el novelista británico Martin Amis, polémica por su tono humorístico y sarcástico. Nada de humor hay en la película de su paisano Jonathan Glazer, que va a la esencia del relato —precisamente la banalidad del mal— y la traduce en una puesta en escena sorprendente y desgarradora a la vez.

El argumento se centra en la vida de la familia de Hoss (Christian Friedel) y de su esposa Hedwig Hensel (Sandra Hüller). Viven felices con sus hijos y abundante servidumbre en un chalet con jardín, huerta y piscina. Pero la casa tiene una peculiaridad: uno de los muros de su jardín da al campo de exterminio. La familia Hoss vive de espaldas —física y moralmente— a lo que sucede al otro lado del muro. Hoss se desenvuelve como un buen padre de familia, aunque dedica mucho tiempo a su trabajo mientras su esposa gestiona la casa con mimo y dedicación. Los niños disfrutan con la piscina y las excursiones al río. El trabajo de Hoss es organizar con la máxima eficacia el gaseo de judíos y su incineración. Pero podía ser cualquier otra cosa. Como Eichmann, no es más que un burócrata eficiente que procura hacer su encargo con rigor para satisfacción de su jefe, Himmler. En casa, como en cualquier casa de la época, nunca se habla del trabajo del padre, sino de los asuntos domésticos banales y cotidianos.

La genialidad de La zona de interés es que la tragedia que viven los presos al otro lado del muro nos llega permanentemente a través de sonidos en off. El espectador no ve un judío en toda la película, pero los tiene continuamente presentes en lo que se oye de lejos: gritos, órdenes, disparos, ladridos y alaridos de desesperación. Lo que sí ve de vez en cuando es el humo que sale de las chimeneas del crematorio y que se entremezcla con las nubes y el sol en un cielo azul. Si el espectador queda sobrecogido por esos sonidos de fondo, la familia Hoss —a excepción de la madre de Hedwig— es completamente indiferente a ellos. Nunca se nos había mostrado el Holocausto de una forma tan asombrosa.

La zona de interés
Director:

Jonathan Glazer

País:

Reino Unido

Año:

2023

Género:

Drama

Público:

Pendiente de calificación

Cartel de 'La zona de interés'