Muere el Papa emérito Benedicto XVI - Alfa y Omega

Muere el Papa emérito Benedicto XVI

El Papa emérito falleció el 31 de diciembre a las 9:34 horas acompañado de sus colaboradores más cercanos. «Señor, te amo», fueron sus últimas palabras

Fran Otero

Benedicto XVI se fue a la Casa del Padre con el 2022. El 31 de diciembre, en la fiesta de otro Papa, san Silvestre, que también falleció ese día. Con el último aliento del año, el Papa emérito dejó este mundo con serenidad y rodeado de las personas que lo acompañaron durante su retiro, entre ellas, su fiel secretario, Georg Gänswein, y las laicas consagradas de Memores Domini. Según contó Elisabetta Piqué en La Nación, en ese momento también estaban sor Birgit y el personal médico.

«Con pesar, doy a conocer que el Papa emérito Benedicto XVI ha fallecido hoy [por el sábado] a las 9:34 horas en el monasterio Mater Ecclesia del Vaticano». Este fue el comunicado con el que el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, activó en torno a las 10:30 horas a medios de comunicación de todo el mundo, que enseguida replicaron la noticia.

Fue un acontecimiento histórico, y no solo porque cada muerte de un sucesor de San Pedro lo es —la última había sido la de san Juan Pablo II, hace casi 18 años, en 2005—, sino porque es la primera vez en más de 600 años que el fallecimiento de un Pontífice no significa el fin de un pontificado. El próximo 11 de febrero se habrían cumplido diez años de su renuncia, sin precedentes desde 1415, cuando lo hizo Gregorio XII.

Todo el mundo puso la atención en salud de Benedicto XVI desde el 28 de diciembre, cuando el Papa Francisco, al final de la audiencia general, señaló que su antecesor estaba «muy enfermo» y pidió que se le encomendara a Dios. «Oremos por el Papa emérito Benedicto XVI, que en el silencio sigue rezando por la Iglesia. Pidamos al Señor que lo consuele y lo sostenga en este testimonio de amor a la Iglesia hasta el final», dijo, haciendo saltar todas las alarmas. Poco después, el Vaticano confirmó el agravamiento de su salud, que achacó a su avanzada edad, 95 años. De hecho, dos años antes, se había convertido en el segundo Pontífice más longevo de la historia tras superar a León XIII.

Una gran cadena de oración se extendió por todo el mundo, a la espera de conocer el parte diario de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, en torno al mediodía. Las informaciones del jueves 29 y viernes 30 de diciembre indicaron que Benedicto XVI seguía estable dentro de la gravedad, que estaba despierto y lúcido, que había podido descansar bien y hasta participar en la Eucaristía. El miércoles ya había recibido el sacramento de la Unción de Enfermos.

Fue en la madrugada del sábado, pocas horas antes de su fallecimiento, cuando pronunció sus últimas palabras, según dieron a conocer los medios vaticanos. En ese momento solo había un enfermero en la habitación que, además, no hablaba alemán. Su leal Gänswein lo relató así: «Benedicto XVI, con voz fina, pero claramente distinguible, dijo en italiano: “Señor, te amo”. Yo no estaba allí en ese momento, pero el enfermero me lo dijo poco después. Estas fueron sus últimas palabras comprensibles, porque después ya no fue capaz de expresarse».

Fue el propio secretario particular quien comunicó por teléfono la triste noticia al Papa Francisco, que, poco después, se acercó al monasterio para rezar delante de los restos mortales de su predecesor, tal y como avanzó la vaticanista de La Nación y confirmó la Santa Sede. Ya por la tarde, en las primeras vísperas de la solemnidad de María Madre de Dios y el tedeum de acción de gracias por el año en la basílica de San Pedro, habló por primera vez en público tras la muerte del Papa Ratzinger: «Con emoción recordamos su persona, tan noble, tan bondadosa. Y sentimos gratitud en el corazón: gratitud a Dios por haberle dado a la Iglesia y al mundo; gratitud a él, por todo el bien que ha realizado, y especialmente por su testimonio de fe y oración en estos últimos años de su vida retirada». Y añadió que solo Dios «conoce el valor y la fuerza de su intercesión, de sus sacrificios ofrecidos por el bien de la Iglesia».

Al día siguiente volvió a referirse al Pontífice alemán durante el rezo del ángelus desde la ventana del palacio apostólico: «Nos unimos juntos, con un único corazón y una única alma, al dar gracias a Dios por el don de este fiel servidor del Evangelio y de la Iglesia». Poco antes, en la Eucaristía en la basílica de San Pedro, lo había encomendado a la Virgen María «para que le acompañe en su paso de este mundo a Dios».

Entonces Benedicto XVI ya reposaba en la capilla del Mater Ecclesiae, presidida por una gran cruz, un árbol de Navidad y un belén. Allí volvieron a rezar ante su cuerpo sin vida sus personas de confianza. Lo tocaron y besaron por última vez antes de ser trasladado en una humilde furgoneta y de madrugada a la basílica de San Pedro para recibir el reconocimiento y la admiración de los fieles antes de ser enterrado.

Especial de la muerte de Benedicto XVI

Puede consultar AQUÍ nuestro especial Muere Benedicto XVI con la última hora sobre su fallecimiento, semblanzas de su vida, opiniones y una galería.