Muere Claudio Hummes, el cardenal que pidió al Papa que no se olvidara de los pobres - Alfa y Omega

Muere Claudio Hummes, el cardenal que pidió al Papa que no se olvidara de los pobres

El purpurado falleció este lunes a los 87 años tras una larga enfermedad

Redacción
Claudio Hummes. Foto: AFP/Andreas Solaro.

El cardenal y prefecto emérito de la Congregación para el Clero Claudio Hummes ha fallecido a los 87 años «después de una prolongada enfermedad que soportó con paciencia y fe en Dios», ha comunicado este lunes 4 de julio el arzobispo de Sao Paulo, el cardenal Odilo Scherer.

Quien sustituyó a Hummes al frente de la Iglesia de Sao Paulo, también ha invitado «a todos a elevar oraciones a Dios en agradecimiento por la vida del difunto» y «sufragios en su favor para que Dios lo acoja y le dé la vida eterna, como él creía y esperaba», se lee en la nota de Scherer.

Nacido en Salvador do Sul, Claudio Hummes ingresó en la Orden Franciscana de los Frailes Menores en agosto de 1934. Posteriormente, recibió la ordenación sacerdotal ese mismo mes de 1958 y la episcopal el 25 de mayo de 1975. Fue nombrado miembro del Colegio Cardenalicio por el papa san Juan Pablo II en el consistorio del 21 de febrero de 2001. De 2006 a 2011 trabajó junto a Benedicto XVI en Roma como prefecto de la Congregación para el Clero. Más tarde regresó a Brasil, donde ocupó el cargo de presidente de la Comisión Episcopal para la Amazonía, de la CNBB y de la recién creada Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA).

Hummes destacó en su amor y servicio a los pobres. De hecho, en el cónclave de 2013, una vez que Jorge Mario Bergoglio alcanzó el número de votos para ser elegido Papa, se le acercó al oído y le susurró: «No te olvides de los pobres».

La anécdota la hizo pública el propio Francisco en un encuentro con periodistas el 16 de marzo de 2013 al tratar de explicar porqué había elegido ese nombre: «Tenía a mi lado al cardenal Claudio Hummes, arzobispo emérito de Sao Paulo y también prefecto emérito de la Congregación para el Clero. Un gran amigo, un gran amigo. Cuando el caso empezó a ponerse un poco peligroso, me animó. Y cuando los votos llegaron a los dos tercios, se produjo el aplauso habitual, porque el Papa había sido elegido. Me abrazó, me besó y me dijo: «¡No te olvides de los pobres!» Y esa palabra se me quedó grabada en la cabeza: los pobres, los pobres. Poco después, asociándome con los pobres, pensé en Francisco de Asís».