Monumento, tinieblas y carracas
Durante Semana Santa recorremos iglesias, acudimos a los oficios, oramos ante el monumento, rezamos el vía crucis, contemplamos pasos procesionales, objetos y ornamentos litúrgicos. Todo ello a veces nos sorprende, y desconocemos cuándo y por qué comenzaron.
Es habitual encontrar en los templos la noche del Jueves Santo grupos de oración ante el monumento. Los fieles se acercan a la iglesia para orar junto a Cristo en su agonía y muerte. Tras los oficios del Jueves Santo el sagrario queda vacío, recordando la ausencia de Cristo y la Iglesia introdujo la costumbre de reservar el Santísimo para la comunión del Viernes Santo. La reserva sacramental comenzó en la sacristía y, tras el Concilio de Trento, que favoreció la adoración eucarística, fue adquiriendo un carácter más solemne propiciando el traslado a un altar adornado acompañado de cantos eucarísticos. Según parece fue san Felipe Neri quien introdujo la costumbre de realizar las siete estaciones visitando los monumentos de las siete iglesias históricas romanas.
El tenebrario y las carracas son objetos litúrgicos que podemos contemplar en catedrales, iglesias o museos. El tenebrario servía y sirve para el llamado Oficio de Tinieblas, una celebración de especial importancia en el siglo XVII y que se ha mantenido en algunos lugares. Sustituía al rezo de maitines y laudes del Jueves, Viernes y Sábado Santo. Para él se utiliza un candelabro en forma de triangulo, el tenebrario, que simboliza la Santísima Trinidad. Tiene 15 velas y recuerda la muerte de Jesús en la cruz. Las velas representan a los que acompañaron a Jesús en la Pasión: los once apóstoles, las tres Marías, y la Virgen. La celebración comienza con todas las velas encendidas, y paulatinamente se van apagando. Al finalizar el oficio se agitaba una carraca o matraca. Este instrumento musical también se utilizaba para sustituir al sonido de las campanas desde el Jueves Santo hasta el gloria de la Vigila Pascual.
El rezo del vía crucis es también un acto de piedad muy propio de la Cuaresma y Semana Santa. Se popularizó en el siglo XVIII, y en Madrid desde hace unos años el cardenal recorre diferentes templos para rezar una estación en cada uno. Este año será el 12 de abril.