Monumento nacional antes que la basílica del Pilar - Alfa y Omega

Monumento nacional antes que la basílica del Pilar

Probablemente construida sobre un edificio islámico, la colegiata de Santa María, en Calatayud, tiene joyas como su torre de tradición mudéjar y la portada renacentista

Cristina Sánchez Aguilar
La torre mudéjar es el elemento más característico del templo de Calatayud. Foto: Asociación Torre Albarrana.

Cuenta la tradición que, en el año 1120, tras la capitulación de la ciudad de Calatayud ante el rey aragonés Alfonso I el Batallador, la entonces mezquita mayor se consagró como iglesia bajo el título de Santa María. Esta tradición «ha sido avalada por la aparición de los restos de un edificio islámico bajo el ábside de la actual colegiata», asegura el historiador José Luis Cortés Perruca, en un análisis realizado al hilo de la reapertura de la colegiata de Santa María, el pasado mes de mayo. El templo es el primer monumento nacional de Aragón, catalogado así antes de que la basílica de Nuestra Señora del Pilar recibiera la misma distinción. «A la colegiata se le otorgó en 1884, y al Pilar posteriormente, en 1904», explica Jesús Vicente Bueno, abad del templo y delegado de Patrimonio de la diócesis de Tarazona.

Ha estado doce años cerrada al público, pero no había otro remedio, porque «caían pequeñas piedrecitas». En un principio la intervención iba a ser relativamente sencilla, pero, al poner los andamios, los arquitectos vieron que la cosa no pintaba bien. Los arreglos no solo han mejorado el esqueleto, sino también su aspecto exterior. «Antes era una iglesia muy oscura y ahora ha ganado enormemente en luminosidad».

El templo inicial, de estilo románico y citado en la bula del Papa Lucio II (1144-1145) como Santa María de la Mediavilla, fue consagrado en 1259. Es probable que, en la guerra de los Dos Pedros, la parte románica quedase dañada, de manera que a lo largo del siglo XIV y principios del XV «fue preciso reconstruirla, quizá bajo el patrocinio del Papa Luna y la batuta de su maestro de obras, Mahoma Ramí, siguiendo principios constructivos y decorativos enmarcados en la tradición mudéjar», explica Cortés. De este periodo se conservan el claustro —ahora mismo cerrado al público, en proceso de restauración—, los cuerpos bajos del ábside y la llamativa torre, todos dentro de la lista de patrimonio de la UNESCO.

La actual basílica comenzó a construirse hacia 1607. Varios de sus elementos más espectaculares son «el trascoro y las portadas de las capillas laterales, fruto del mecenazgo de ilustres familias y personajes de la ciudad». Un detalle curioso es el de la capilla de San José, cuyos valedores fueron miembros del gremio de carpinteros de Calatayud. En las esculturas, «el patrón de la buena muerte endulza su tránsito con una taza de chocolate y un bizcocho bilbilitano». Otra de las piezas destacadas es el coro, cuya sillería está tallada en madera de nogal y conserva casi todo su esplendor original. La capilla mayor está presidida por un retablo dedicado a la Asunción de la Virgen. Originalmente se encontraba aquí la antigua imagen de santa María de Mediavilla, hoy en el museo de la colegiata, «pero el gusto barroco y la influencia de la capilla de la basílica de la Virgen del Pilar de Zaragoza llevaron al Cabildo a modificar su estructura original».

Mención aparte merece la portada renacentista, motivo por el que este templo fue declarado Monumento Nacional en 1884. El conjunto fue realizado por Juan de Talavera y Esteban de Obray entre 1525 y 1528. La decoración de esta portada entremezcla figuras de santos con una decoración de carácter mitológico a base de sirenas, grifos, arpías… y las puertas talladas en madera representan la Anunciación.

Una joya admirada por su pueblo. De hecho, cuando cerró para ser restaurada, no pocos lloraron.

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