Monseñor Juan Antonio Menéndez: «Sólo hay una norma pastoral: querer a la gente» - Alfa y Omega

Monseñor Juan Antonio Menéndez: «Sólo hay una norma pastoral: querer a la gente»

«Rezad por mí, porque un pobre sacerdote de una aldea de Asturias, con esto, os podéis imaginar…», dijo don Juan Antonio Menéndez, tras su nombramiento como obispo auxiliar de Oviedo. Amable, sencillo y cariñoso, con 33 años de ministerio sacerdotal en la diócesis, el nuevo obispo se ha hecho un hueco en el corazón de los asturianos, que desde hace más de un año esperaban un auxiliar. El sábado será ordenado en la catedral de San Salvador

Anabel Llamas Palacios
El Papa Francisco saluda al recién nombrado obispo auxiliar de la archidiócesis de Oviedo.

¿Cómo fue su llamada al sacerdocio, lo recuerda?
Perfectamente. Un Jueves Santo, mi madre me dijo: «Hay que prepararlo todo para ir a matricularte al instituto de Grado», y yo le dije: «No voy a ir a Grado, porque quiero ir al Seminario». Tenía once años. Mi madre reaccionó entusiasmada, y mi padre quizá no tanto, pero siempre me apoyaron ambos, y una vez ordenado, se vinieron a vivir conmigo, y conmigo sigue mi padre, pues mi madre murió.

¿Va a cambiar mucho su vida?
Aún estoy impactado, pero creo que seguirá como ahora en lo fundamental. Me cambiará la función, pero la oración, el compromiso con la Iglesia, la evangelización y el cariño y respeto a mis compañeros sacerdotes y a todos los fieles, eso no cambiará. Creo que sólo hay una norma pastoral, y es querer a la gente. Ése es el núcleo, seas obispo o presbítero, seglar, o religioso: querer a la gente como Dios la quiere.

Siempre he querido ser y sigo siendo un cura de parroquia, porque a pesar de que estuve 20 años como Vicario de la diócesis, primero episcopal y luego General, tanto los fines de semana como siempre que tenía una oportunidad, ayudaba a los párrocos, o les sustituía cuando estaban de viaje o enfermos. Siempre me ha gustado vivir cerca de la gente. En estos últimos años, estaba en mi salsa en la parroquia de San Nicolás, de Avilés, llena de vida, con mucho movimiento de gente joven, y eso es lo que a mí me gusta. Pero el Señor me llama a otra cosa y tengo que responder que sí.

¿Cuáles son los objetivos primordiales en la diócesis de Oviedo hoy?
Es importante un mayor compromiso pastoral, pero quizá lo que falta en el fondo es una conversión profunda al Señor. La conversión se alimenta con la intimidad con Cristo. Además, la Iglesia debe seguir apostando por la defensa de la vida, de la familia, del trabajo digno, de una educación en libertad… Y todo esto, no sé si lo estamos haciendo realmente, o a veces nos enredamos en cosas que no tienen mayor trascendencia, y dejamos los grandes proyectos aparcados.

Siempre le ha gustado estar cerca de los jóvenes. ¿Cuál es su radiografía de la juventud hoy?
Vistos desde la parroquia, hay un sector muy comprometido: buenos catequistas, buenas personas que quieren mucho a la Iglesia… Es un grupo minoritario, pero esencial en las parroquias. Después, hay otro grupo de jóvenes que se acercan a la parroquia buscando la celebración de algún sacramento, como su boda o el bautizo de sus hijos. Están separados de la Iglesia, pero son muy buena gente y creo que de esa bondad se puede sacar mucho. La mayoría te manifiesta que, a su manera, siguen siendo creyentes. Hemos de dedicarles tiempo. Y después hay un grupo de jóvenes que ven con indiferencia la cuestión religiosa, algunos no están bautizados y están a la expectativa, a veces con una falsa idea de lo que es la Iglesia. Cuando entran en contacto con un sacerdote, se dan cuenta de que tenían una perspectiva errónea, y les conmueve la misericordia y la cercanía de la Iglesia con los necesitados. Finalmente, hay un grupo de jóvenes muy radicales y ateos que tratan a la Iglesia y a la vida de fe con escarnio, y a mí me da pena y dolor. Rezo por ellos.

Sólo unos días después de su nombramiento, tuvo la oportunidad de acudir a una audiencia en Roma. ¿Cómo fue su encuentro?
Fue sintonía total con el Papa, con lo que dice y con lo que hace. Llega a la gente y es muy importante que la gente entienda al Papa. Creo que va a ayudar mucho a la gente, especialmente a ese grupo de jóvenes alejados.

Cuando me presentó don Jesús Sanz, le dijo: «Santo Padre, aquí está el nuevo obispo auxiliar de Oviedo», y él contestó: «¡Ah, fresquito como una lechuga!». Me dijo que no me preocupara, que confiara en el Señor y que tuviera ánimo. Me hizo sentir a gusto y me disipó muchos miedos, porque siempre que vas a Roma te parece aquello inmenso, y claro, para un pobre paisano de un pueblo de Asturias…

Una vida entregada a la diócesis

Don Juan Antonio Menéndez nació en 1957 en Villamarín de Salcedo, una aldea del concejo asturiano de Grado. Con 11 años, decidió ingresar en el Seminario Metropolitano de Oviedo, donde realizó sus estudios de Secundaria, y, seguidamente, de Teología. Fue ordenado sacerdote en 1981. En 2005, obtuvo la licenciatura de Derecho Canónico en la Universidad Pontificia de Salamanca. Ha sido párroco en localidades como Cangas del Narcea, Teverga o Avilés, y durante más de veinte años, Vicario General y episcopal de la archidiócesis.