César Franco: «En la JMJ, un joven alejado puede encontrar respuestas» - Alfa y Omega

César Franco: «En la JMJ, un joven alejado puede encontrar respuestas»

Para monseñor César Franco, la labor de coordinar la Jornada Mundial de la Juventud es «una enorme responsabilidad para la que no me sentía especialmente capacitado. El hecho de ser obispo no le hace a uno experto en asuntos de esta naturaleza», añade, justificándose. Pero aceptó con confianza en el Señor, en el arzobispo de Madrid, el cardenal Antonio María Rouco, y en unos colaboradores «muy competentes»; y todo eso hace que se sienta tranquilo al comenzar un curso que va a ser «como una carrera de obstáculos». Su estrategia: ni parar, ni dejar de mirar a la meta

María Martínez López
Monseñor César Franco con Benedicto XVI, y el cardenal Rouco, en la última audiencia, el pasado mes de julio, sobre la preparación de la JMJ Madrid 2011.

¿Qué se le pasó por la cabeza al ser designado Coordinador general?
Que me venía encima una enorme responsabilidad para la que no me sentía especialmente capacitado. Jamás he tenido que coordinar un evento de esta trascendencia. El hecho de ser obispo no le hace a uno experto en asuntos de esta naturaleza. Lo acepté confiando en el Señor, en el cardenal Rouco, y en los colaboradores que forman el Comité organizador local.

¿Cuál había sido su experiencia personal en JMJ anteriores?
Yo he participado en otras Jornadas Mundiales de la Juventud como sacerdote, acompañando a jóvenes en la de Santiago de Compostela, como responsable de la peregrinación diocesana de Madrid en Czestochowa, y después, siendo ya obispo, en Paris, Roma, Toronto. Mi experiencia ha sido siempre muy positiva por el contacto directo con los jóvenes, por la comunión que se crea entre todos los que participamos en la Jornada y por la presencia del Santo Padre, acompañado de tantos obispos del mundo. Es una vivencia única de la Iglesia católica, que manifiesta su extraordinaria juventud.

¿Cómo está viviendo ahora personalmente esta responsabilidad? El curso que ahora empieza va a ser extenuante para usted, aunque seguramente también muy bonito.
Procuro vivir al día y resolver los problemas que se presentan en cada momento, atendiendo a los responsables de cada área y mirando al futuro con esperanza, aunque también con preocupación, como es normal. Es mucho lo que está en juego. No hay que olvidar que el reto de recibir a tantos peregrinos de todo el mundo es muy grande. Ciertamente, el curso que iniciamos será como una carrera de obstáculos, en la que no podemos parar, con la mirada puesta en la meta. Como le he dicho, confío en los colaboradores, pues son muy competentes en sus respectivas materias, y eso tranquiliza.

¿Qué puede ofrecer la JMJ a un joven alejado de la Iglesia?
La experiencia de encontrarse con ella, si tiene un mínimo interés por conocerla. Estoy seguro de que el contacto con jóvenes cristianos que procuran vivir la fe puede hacer mucho bien a los alejados. Descubrirían que son jóvenes con sus dudas, sus inquietudes y temores, sus vacilaciones; pero, al mismo tiempo, jóvenes que se fían de Cristo y le siguen, con el deseo de ser mejores cristianos. En las catequesis, los encuentros festivos, la convivencia que ofrece la Jornada Mundial de la Juventud, un joven alejado puede encontrar respuesta a sus preguntas e interrogantes sobre la vida, sobre Dios, sobre sí mismo. Y puede encontrar una Iglesia cercana en la que también él tiene cabida. La experiencia es que la Jornada Mundial de la Juventud acaba con muchos prejuicios sobre la Iglesia. Basta tener la mirada limpia.

Y, si no soy joven, ¿qué tiene que ver la JMJ conmigo?
La JMJ afecta a toda la Iglesia, pues es un acontecimiento de la Iglesia católica aunque vaya dirigido a los jóvenes. Yo ya no soy joven y fíjese si me afecta… A cada uno le afecta en la medida en que se deje afectar por la misión de la Iglesia, que desea alcanzar el corazón de todos los jóvenes. ¿Quién no tiene jóvenes al lado, en su casa, entre sus amigos? ¿Quién no conoce algún joven al que invitar? LA JMJ afecta a los sacerdotes de modo especial, a los catequistas, a las familias, que pueden acoger jóvenes peregrinos en sus casas, a las parroquias y comunidades cristianas, llamadas a ser posadas de peregrinos. Lo más hermoso de la Iglesia es que todo lo que hace afecta a cada uno de sus miembros. Lo importante es sentirse miembro de la Iglesia y dejarse afectar por lo que acontece. Como pasa en una familia. El desinterés, la apatía o la indiferencia dicen muy poco de quien se siente miembro vivo de la Iglesia.

¿Cómo se van a conjugar la preparación material y espiritual de la Jornada, para que lo urgente no eclipse lo importante?
Todo va muy unido. Si ponemos interés en lo material es con la mirada puesta en el fruto pastoral. No podemos descuidar nada. Lo importante es tener claro que se trata de una peregrinación interior y exterior hacia Cristo, como dice Benedicto XVI, en la que los jóvenes se sientan acogidos por nuestra diócesis como si fuera su propia casa y experimenten la presencia de Cristo en todo lo que hagamos. Cuando el fin es claro, todos los medios se supeditan al fin, y lo urgente, que naturalmente hay que hacerlo, no eclipsa lo importante. Pero no podemos olvidar que lo importante no es sólo rezar y tener catequesis, sino contar con un sitio donde dormir, ducharse, moverse por la ciudad, tener un visado, etc.

¿Cómo se está enlazando en Madrid la preparación de la JMJ con la pastoral juvenil ordinaria?
De forma natural, porque la JMJ tiene mucho que ver con la pastoral ordinaria. De hecho, en la JMJ de Colonia, Benedicto XVI dijo que cada Jornada suponía un nuevo inicio de la pastoral juvenil. Y al revés, si pueden celebrarse las JMJ es porque hay una pastoral ordinaria en las diócesis, que permite reunir a los jóvenes cada tres años. En Madrid, concretamente, gracias al trabajo de la Delegación de la Juventud, se pueden llevar adelante muchos de los trabajos de la JMJ. Y tanto en las parroquias como en las asociaciones y movimientos, son los jóvenes los que se preparan para el gran encuentro de agosto del 2011. Desde el principio, el señor cardenal ha querido involucrar a toda la pastoral ordinaria en la preparación de la JMJ, y el Plan Diocesano de Pastoral de este curso está centrado en este acontecimiento.

¿Por qué cree que han triunfado las JMJ?
Porque es una iniciativa muy adecuada al modo de ser de los jóvenes, que disfrutan encontrándose para compartir su vida. El Papa Juan Pablo II, iniciador de las JMJ, conocía muy bien a los jóvenes, y acertó con una fórmula en la que la fe y la vida estuvieran unidas. Invitó a los jóvenes a celebrar su fe, a compartir sus experiencias, a hablar de sus problemas con los sacerdotes y obispos, a superar las fronteras de sus propias Iglesias particulares, movimientos, parroquias, y unirse como un solo pueblo que camina hacia Cristo. Benedicto XVI ha dicho que Juan Pablo II solía decir que, en este tipo de peregrinaciones, los protagonistas son los jóvenes, y que el Papa, en cierto sentido, los sigue.

¿Qué aporta una Jornada Mundial a la Iglesia particular y a la ciudad que la organiza?
Aporta mucho. A la Iglesia particular, la ocasión de convertirse por unos días en el centro vital de la Iglesia católica. Es un reto muy grande para la Iglesia en Madrid acoger a tantos peregrinos de todo el mundo, y, al mismo tiempo, un don para nuestra diócesis que, sin duda, se enriquecerá con esta experiencia única. Durante unos días, tanto la diócesis como la ciudad de Madrid se enriquecerán con el testimonio vivo y directo de los jóvenes que vienen de todo el mundo para vivir con nosotros la misma fe. También tendremos ocasión, en las tardes dedicadas al festival joven, de enriquecernos con su música, su cultura, y las experiencias de cómo viven la fe cristiana en sus diferentes países. La ciudad de Madrid se beneficiará también, no sólo por las razones mediáticas y económicas que comporta este tipo de encuentros, sino, sobre todo, porque los madrileños tendrán ocasión de conocer una Iglesia joven, radiante de vida y de sana alegría. Así ha ocurrido en otras ocasiones.

Monseñor César Franco, con jóvenes madrileños, durante la JMJ de Colonia 2005.

¿Qué va a aportar Madrid 2011 a la Iglesia universal?
Aportaremos, por supuesto, la organización. Pero más allá de los aspectos técnicos, Madrid aportará su mismo ser, su identidad, su riqueza y vitalidad eclesial, su capacidad acogedora. Formamos parte de un pueblo de antigua tradición cristiana, en donde el cristianismo echó raíces en la primera hora de su expansión, y esto no puede ocultarse. La fe y la vida cristiana son inseparables de nuestro pueblo, y esto aflorará en todo lo que ofrezcamos. De hecho, ya hay gente interesada en conocernos y pregunta por nuestra vida eclesial, santos, tradiciones, costumbres, modos de expresar la fe, etc. Podemos decir que la Iglesia universal se enriquecerá un poco más con la vida de nuestra diócesis.

¿Qué tiene que traer en la mochila un peregrino que venga a la Jornada, y qué se llevará en ella?
En la Iglesia cada cristiano es un don de Dios por sí mismo. Por tanto, cada peregrino debe traerse a sí mismo con todo lo que habita en su corazón. Pedimos a los peregrinos que traigan su vida, sus ilusiones y experiencias, y, sobre todo, la alegría de la fe. Nada de lo humano es ajeno a la Iglesia y, por tanto, todo puede servir para el mutuo enriquecimiento y para hacer que la JMJ de Madrid sea de la Iglesia entera, que es universal, católica. ¿Y llevarse…? Puede llevarse el alma de Madrid, que es el alma de una diócesis que, como todas las diócesis del mundo, pretende seguir a Cristo con fidelidad, servir a los hombres con el Evangelio de Cristo y el testimonio de la caridad, y dar gracias a Dios por todo lo que constantemente hace con nosotros. Va a necesitar una mochila muy grande para que quepan todas las gracias que, sin duda, Dios derramará sobre nosotros durante la JMJ.

¿Se está pensando ya en el 22 de agosto de 2011, en el día después?
Sin duda… para respirar y dar gracias a Dios de que todo haya salido bien. Hay que rezar para que así sea. Si se refiere a hacer planes, programas, etc., es demasiado pronto. Cada día tiene su afán y ahora nos toca preparar la JMJ. Ya tendremos tiempo después para recoger la enseñanza del Papa, las experiencias vividas y extraer las lecciones que el Espíritu nos haya dado para seguir caminando en pos de Jesús. Ésa es la vocación de la Iglesia hasta que lleguemos a la patria definitiva.