Mística y escritora - Alfa y Omega

Como cada octubre se ha celebrado en Cuntis (Pontevedra) un sencillo congreso sobre su hija predilecta: María Antonia Pereira y Andrade (1700-1760), mística y escritora, fundadora del Carmelo de Santiago de Compostela, declarada venerable por el Papa Francisco en 2018 como invitación a imitar sus virtudes, conocer sus escritos y acudir a su intercesión. La extraordinaria figura humana y espiritual de María Antonia de Jesús —madre de familia antes de ser carmelita y priora— permaneció casi oculta hasta la publicación, en 2021, de su Autobiografía, escrita por mandato de dos confesores. Ese volumen permitió descubrir que justo en el Siglo de las Luces hubo un maravilloso eslabón entre las grandes escritoras místicas carmelitas del siglo XVI, con Teresa de Jesús a la cabeza, y las del siglo XIX, como Teresa de Lisieux, sobre cuyo mensaje espiritual el Papa acaba de publicar la exhortación apostólica C’est la confiance.

María Antonia fue doblemente madre, pues a los 22 años se casó en Baiona (Pontevedra) con Juan Antonio Valverde. Tuvieron dos hijos, Sebastián y Leonor, por lo que el padre emigró a la próspera Sevilla para asegurar su sustento. Entretanto, en Baiona, María Antonia inició el acompañamiento espiritual de un grupo de amigas, recibió revelaciones y descubrió su vocación religiosa. Con tres de sus seguidoras atravesó Portugal en 1730 camino de Sevilla para pedir a su marido la separación matrimonial, que Juan Antonio concedió al tiempo que recibió igualmente la llamada al Carmelo. Ella continuó su viaje hasta Granada y obtuvo del rey Felipe V la autorización para fundar un convento de carmelitas en Compostela, fundación que bloqueo un arzobispo despótico.

Después de haber confiado los niños a buenos tutores, marido y mujer entraron el mismo día de 1733 en los respectivos carmelos de Alcalá de Henares. Desde allí María Antonia se trasladó en 1748 para fundar y construir el de Compostela, donde falleció en 1760. Ante su fama de santidad, los carmelitas tomaron declaración a 133 testigos e iniciaron un proceso de canonización, reabierto en 1993, que ahora permite conocerla y pedir el milagro necesario para su beatificación.