Mirar al drama desde el Evangelio - Alfa y Omega

En medio de tantas voces que nos marean sobre la guerra en Tierra Santa, de análisis contrapuestos y descalificaciones que llegan al insulto y a la exclusión del otro, los católicos debemos prestar oídos y conceder crédito en este momento terrible a la voz del patriarca latino de Jerusalén. En una carta a corazón abierto dirigida a su diócesis, el cardenal Pizzaballa reconoce que «todo parece hablar de muerte y odio sin fin y muchos “por qué” se superponen en nuestra mente, aumentando nuestra sensación de desconcierto». Un desconcierto del que, en la distancia, nosotros participamos.

El patriarca proclama con rotundidad que no hay justificación posible para la atrocidad cometida por Hamás contra la población de Israel el pasado 7 de octubre, que debe ser condenada sin paliativos. La misma conciencia le lleva a denunciar el ciclo de violencia que ha provocado más de 5.000 muertes en Gaza, que no hará más que aumentar el odio y el resentimiento y no resolverá ningún problema. Y subraya que para establecer una paz firme es necesario ofrecer una respuesta viable a las esperanzas de dignidad del pueblo palestino, algo que han afirmado estos días personalidades israelíes como Shlomo Ben Ami y David Grossman.

El cardenal advierte que no podemos vivir este tiempo tan doloroso sin mirar a Cristo y señala que «es en la cruz donde Jesús venció» y que la paz de la que Él habla «no tiene nada que ver con la victoria sobre el otro. Él conquistó el mundo amándolo». La clave que ofrece el patriarca va mucho más allá de una reflexión piadosa, es un criterio histórico para la tarea de construir la paz.

«Tener el coraje del amor y de la paz significa no permitir que el odio, la venganza y la ira ocupen todo el espacio de nuestro corazón, de nuestros discursos, de nuestro pensamiento; se necesita coraje para pedir misericordia, para rechazar la opresión, para promover la igualdad sin exigir uniformidad, para mantenerse libre». Este es el juicio histórico que brota de la fe, un mensaje para israelíes y palestinos y para todos los que participamos en este drama, aunque solo sea contemplando aterrados las imágenes que nos llegan cada día.