Miguel de Molinos, el más desconocido de los místicos españoles - Alfa y Omega

Miguel de Molinos, el más desconocido de los místicos españoles

La embajada de España ante la Santa Sede acoge la presentación de sus Cartas para el ejercicio de la oración mental

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
El místico español Miguel de Molinos. Foto: Biblioteca Nacional de España.

Hace apenas unos años, el vicerrector de Relaciones Internacionales de la Universidad Abat-Oliva CEU, Sergio Rodríguez López-Ros, encontró por casualidad en la Biblioteca Apostólica Vaticana un libro perdido del místico español Miguel de Molinos, en su día incluido en el Índice de libros prohibidos de la Inquisición.

Este miércoles, sus Cartas para el ejercicio de la oración mental (Herder) se presentan en la Embajada de España ante la Santa Sede, en Roma, la ciudad que lo encumbró y que luego lo confinó y fue testigo de sus torturas y de su muerte.

Molinos fue un sacerdote español del siglo XVII, representante de la corriente espiritual del quietismo, una forma de orar y entender la vida basada en la contemplación pasiva y el dejarse hacer por Dios, más que en poner el acento en la ascética personal para relacionarse con Él.

Tras estudiar con los jesuitas en Teruel, viajó a Roma y allí se rodeó de cardenales, nobles y reyes entusiasmados con su doctrina. Hasta el mismo Papa Inocencio XI se hizo seguidor de sus postulados, que Molinos recogió en su Guía espiritual, un éxito en su época.

Sergio Rodríguez destaca que el éxito de Molinos pronto se vio cuestionado por los jesuitas, «porque él es más agustiniano que ignaciano». De este primer embiste salió fortalecido y aprovechó para escribir su Defensa de la contemplación.

Cartas para el ejercicio de la oración mental
Autor:

Miguel de Molinos

Editorial:

Herder

Año de publicación:

2023

Páginas:

104

Precio:

9 €

«Tuvo la mala suerte de que Roma entonces era un campo de batalla entre españoles y franceses por obtener el favor del Papa», afirma el vicerrector de la Abat Oliva CEU. «Los franceses acusaron entonces a Molinos de mitigar la importancia de los sacramentos, cuando él solo defendía abandonarse más a la acción de Dios, sin dejar la práctica sacramental», añade.

Fue inútil: la Inquisición forzó un proceso en el que Molinos admitió bajo tortura haber tenido relaciones íntimas con hombres, mujeres y animales. La sentencia —que ratificó el Papa— no decía nada sobre el contenido de sus libros, lo cual da idea de que estaba escrita de antemano. «Se le acusó de defender que no pasa nada si uno cae en pecado, pero eso nunca se demostró. Yo estoy convencido de que fue condenado por la presión que ejerció Francia», afirma Rodríguez López-Ros.

En prisión, Molinos llegó a escribir un Breve tratado sobre la comunión cotidiana para salir al paso de las acusaciones contra él, pero no logró su objetivo. Al final, apareció misteriosamente estrangulado en su celda ocho años después de ingresar en la cárcel.

La espiritualidad de Miguel de Molinos está hoy de actualidad «en este mundo en el que estamos rodeados de cosas inútiles y superfluas», dice Rodríguez López-Ros. El místico español «nos recuerda que nuestro fundamento absoluto es Dios», así como «la necesidad de mirar hacia adentro y volver a lo esencial».

La llave interior

«El origen de la obra de Miguel de Molinos está en san Juan de la Cruz y en santa Teresa de Jesús, sin duda. Tiene frases que podrían ser textuales de cualquiera de estos dos gigantes de la mística española», afirma Javier Melloni, autor del prólogo a las Cartas para el ejercicio de la oración mental.

Para el director del centro de espiritualidad que los jesuitas tienen en la Cueva de Manresa, la de Molinos es «alta mística», más allá de las disputas entre españoles y franceses en Roma que le hicieron caer en desgracia.

Ante las acusaciones de que fue objeto, Melloni precisa que «lo que hace una doctrina herética tiene que ver con la ortopraxis», es decir, «si te lleva o no a amar más y a salir de tu ego».

En este sentido, la pasividad espiritual que se le atribuye a la doctrina del autor español «puede ser entendida como un dejarse hacer por la vida y por Dios, con una absoluta receptividad», o bien como «una autocomplacencia abierta al abandono y la desintegración del yo».

«No hay recetas, cada caso debe ser estudiado y acompañado —matiza—, para comprobar si la oración es una huida del mundo o un abrazarse a él para transformarlo».

En cualquier caso, lo que se vislumbra en Molinos es «un anhelo del infinito que no está fuera, sino dentro de nosotros. Ahí está la diferencia entre lo devocional y lo místico».

Así, en este mundo pospandémico, la oración contemplativa «es la llave de nuestro mundo interior para que no nos volvamos a distraer como antes. Cada uno tiene la llave de su puerta, porque el reino de Dios está dentro de nosotros», destaca Melloni.