Miguel Ángel Franco: «En el atentado de Malí me sentí guiado por algo o por Alguien» - Alfa y Omega

Miguel Ángel Franco: «En el atentado de Malí me sentí guiado por algo o por Alguien»

En 2017 logró salvar la vida de doce personas en un atentado en Malí. Con el lema Sí a todo, este teniente coronel del Ejército español vive ahora «una vida extra para ayudar a quienes pueda»

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
El teniente coronel participó hace unos días en el Congreso Internacional de Víctimas del Terrorismo. Foto: Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo.

En traje de baño, sin camiseta y descalzo: así le sorprendió a Miguel Ángel Franco el sonido de varios disparos en la piscina del hotel Le Campement, a las afueras de Bamako, en Malí, donde estaba destinado en misión militar por la Unión Europea. Era el 18 de junio de 2017, su día de descanso, cuando en aquel complejo hotelero lleno de occidentales irrumpió de la nada un grupo de terroristas abriendo fuego indiscriminadamente con la intención de perpetrar una masacre. El militar español saltó de su silla y gritó a todos a su alrededor: «Go!, go!, attack!, attack!», dirigiendo a varios turistas hacia la maleza de una colina cercana. Un compañero de misión le cedió su pistola y desde allí pudo repeler el ataque con AK-47 de los terroristas. Más de 60 balas pasaron a su alrededor pero ninguna le rozó ni a él ni a las personas que le seguían. Después de seis horas y media de ataque, sin poder andar por tener las plantas de los pies ensangrentadas, el teniente coronel Franco logró proteger la vida de una docena de personas. «Esa noche me acosté con la sensación de haber hecho mi deber, ni más ni menos», asegura.

¿De dónde viene su vocación?
Mi vocación militar viene de tradición familiar, pero mi padre me desaconsejó en su día seguir sus pasos.

¿Por qué?
Sobre todo por la amenaza de ETA, que yo llegué a sufrir y somatizar de pequeño. Para mí era un suplicio ver salir a mi padre de casa por las mañanas y estar esperando en los siguientes minutos a que sonase la bomba: angustia, miedo… Nosotros solíamos ver en la televisión y en los periódicos los atentados y los cuerpos tiroteados y calcinados por ETA en aquellos años. Yo incluso estaba encargado de revisar los bajos de nuestro coche cuando salíamos en familia de casa. Eso al final hace mella.

Y aun así quiso ser militar…
Sí, porque de alguna manera yo tenía la ilusión y el sueño de ayudar a acabar con todo eso. Me hice incluso una tarjeta con las matrículas de coches sospechosos, y entonces iba por ahí buscándolos. Creo que las cosas se cambian desde dentro, y hacerme militar fue un modo de luchar por mejorar aquello.

¿Por qué se metió en misiones internacionales?
Porque uno siempre desea poner en práctica aquello para lo que está preparado, y siempre tiene la duda de si hará lo correcto cuando llegue el momento. Nosotros los militares nos preparamos por si ocurre una guerra, aunque en realidad los que menos interés tenemos en que haya una somos nosotros. Para mí las misiones internacionales son la mejor manera de ponerte a prueba. Yo he tenido la oportunidad de estar en Bosnia y Herzegovina, donde viví un día de furia y tuvimos que intervenir en una operación. Allí me di cuenta de que era capaz de salir adelante en situaciones de riesgo. Luego vinieron Kosovo, Líbano, Afganistán, Somalia, Túnez y por último Malí.

Y entonces llegó el día del atentado…
Lo que a mí me pareció un instante fueron en realidad seis horas y media. En todo ese tiempo me sentí como guiado por algo o por Alguien. Lo veía todo como si estuviera sucediendo fuera, como si no me estuviera pasando a mí. Creo que fue la Providencia, o la Virgen del Pilar, a la que me encomiendo y de la que llevo una imagen siempre en mis misiones. Todo fue un poco milagroso. Y recibir tantos disparos sin que me diera ninguno…

¿Cree en Dios, Miguel Ángel? ¿Piensa que estuvo a su lado ese día?
Quiero creer que sí, porque, cuanto menos, es curioso lo que me pasó. Todos tenemos una misión en la vida y a lo mejor esa era la mía. Ahora siento que tengo una vida extra. El destino me ha dejado unos años más y ahora debo ayudar a quien pueda.

¿Y a qué dedica esta vida extra?
Mira, he estado en muchos lugares en guerra, pero es difícil acostumbrarse a tanta desigualdad. Para mí es incomprensible, habiendo tantos recursos para todos. Me veo útil en los proyectos pequeños. En Malí organicé un kit con mosquitera, colchones, cosas básicas… y mucha gente lo hizo posible. Fue una ayuda directa.

¿Va a volver a Malí?
Lo estoy deseando. Hay un orfanato que se me quedó grabado en el corazón cuando estuve por allí. Si pudiera, me gustaría volver y ayudar.

No a las «equidistancias»

El militar español participó la semana pasada en el Congreso Internacional de Víctimas del Terrorismo organizado por la Comunidad de Madrid y por la Fundación San Pablo CEU. Su manifiesto final dice, entre otras cosas:

  • «Es fundamental que los poderes públicos no mantengan equidistancias con aquellos que dañan a las víctimas ni con quienes justifican los actos que las victimizan».
  • «La mejor forma de combatir el terrorismo es con la máxima unidad entre los distintos actores políticos».