Miguel Ángel Ferrer, Mista: «Necesito ir a Misa. Al salir veo la vida de otra manera»
Este exfutbolista se hizo famoso con 20 años tras denunciar al Real Madrid para irse al Tenerife. «El fútbol profesional deshumaniza, eres mercancía», asegura
Miguel Ángel Ferrer, Mista, pasó de un día para otro de ser Miguel Ángel el que juega en el Castilla [el equipo filial del Real Madrid] a ser el protagonista del caso Mista, del que se van a cumplir 25 años, y estar en boca de todo el país. Con 20 años denunció al club blanco para no tener que abonar la cantidad estratosférica que le exigía para marcharse. Ganó y llegó al Tenerife, desde donde saltó al Valencia C. F., club con el consiguió dos ligas, una Copa de la UEFA y una Supercopa de Europa. Un camino que no siempre fue de rosas y en el que la fe es fundamental. El exfutbolista estuvo en Salesianos Pamplona para hablar de ello en la I Jornada Deporte y Fe.
¿De dónde le viene creer en Dios?
Soy de Caravaca de la Cruz (Murcia) y allí tenemos mucha devoción a la cruz. En mi entorno todos estamos bautizados, hemos hecho la Primera Comunión, nos hemos confirmado y seguimos en contacto con la Iglesia. Además, como mis padres pertenecían al Camino Neocatecumenal, he ido con ellos a las celebraciones todos los miércoles y los sábados desde los 5 años. Hasta los 16, cuando me fichó el Real Madrid.
No tuvo que ser fácil su salida del Real Madrid y la presión mediática, ¿no?
Fue complicado asumir que sales a la calle, todo el mundo te mira y sabe quién eres.
Confesaba en una reciente entrevista que no lo pasó nada bien.
Tenía una crisis, pero no solo era de fe, sino también de identidad. Vivía enfadado con el mundo. Ya no era la misma persona, me conocía todo el mundo y no tenía intimidad.
¿Cómo apareció Nono, el sacerdote que le ayudó en esos momentos?
Tengo un amigo que trabajaba en el sur de Tenerife y los días de descanso nos íbamos allí. Al verme enfadado, me dijo que conocía a un sacerdote muy bueno y cercano. Le contesté que no me apetecía hablar con él, pero insistió. En una cena, este sacerdote, al ver que tenía una inquietud por la fe, se interesó por lo que me pasaba. Se lo conté y su respuesta fue contundente: «Pero, tonto, no te das cuenta de que Dios te quiere mucho más de lo que tú te imaginas». Entonces, me preguntó qué había querido ser desde pequeño y dónde estaba ahora. Es cierto, siempre quise ser futbolista y estaba en Primera División. Tenía toda la razón. Aquel día empezó nuestra amistad. Recuperé la fe e iba a Misa al Hospital General de Santa Cruz de Tenerife, donde el sacerdote da apoyo a las familias ante malas noticias.
¿Cómo le ha ayudado ser cristiano?
Me ha ayudado más allá de mi carrera deportiva. En diciembre de 2021 falleció mi padre. La pérdida me duele igual que todo el mundo, pero cuando tienes fe lo vives de otro modo. No es resignación. Aprendí que las cosas pueden ir bien o mal, pero siempre voy a tener un lugar a donde ir y soltar mi carga. Yo necesito ir a Misa. Es un sitio donde me reencuentro, al salir veo la vida de otra manera.
¿La fe es un tabú en el deporte?
Se asocia ser creyente en el fútbol con los jugadores sudamericanos. Algunos compañeros se sorprendían de que fuera cristiano. Hay muchos jugadores que son creyentes y van a Misa, pero nadie pregunta por la parte humana.
¿Se ha deshumanizado el fútbol?
Recuerdo un episodio desagradable. Un compañero perdió a su hija con pocos meses y nosotros teníamos que jugar un partido. No lo quisieron cancelar por el tema de la televisión. Cuando te pasan estas cosas, te das cuenta del mundo en el que estás metido. Una vida humana ya no está con nosotros, pero que se juegue un partido es más importante que estar con nuestro compañero. El fútbol es maravilloso, pero hay situaciones en las que debemos ser más humanos. El fútbol profesional deshumaniza, eres mercancía.
¿Por qué da gracias a Dios?
Por dedicarme al fútbol, que es lo que me gusta, y haber conocido a tantas personas buenas, gente afín y con valores. Y por cumplir un sueño de pequeñito: jugar una final europea y ser el mejor jugador.
La Pastoral del Deporte sigue dando pasos. Tras abrir hace casi dos años un área específica en la Conferencia Episcopal Española (CEE), Pamplona acogió la semana pasada, bajo la organización de los salesianos, la I Jornada Deporte y Fe, en la que se dieron cita decenas de profesionales que aúnan estas dos realidades. Personalidades como Miguel Cardenal, que fue presidente del Consejo Superior de Deportes; José Manuel Abascal, medallista olímpico en Los Ángeles 84, o Javier Tebas, presidente de LaLiga. Fue un hito y un paso más. «La Iglesia tiene que estar en el mundo del deporte», dijo Litus Ballbé, responsable de la citada área de la CEE. Sugirió tres tareas: la atención espiritual del deportista, la difusión de la pastoral y de la espiritualidad del deporte y la organización de actividades deportivas para los colectivos que lo tiene más difícil. Santiago Pérez de Camino, responsable de la Sección Iglesia y Deporte de la Santa Sede, que también estuvo presente, insistió en que la actividad deportiva es un medio de evangelización y un lugar de encuentro.
Conocidos o no, fueron muchos los deportistas y profesionales relacionados con el mundo del deporte que hablaron abiertamente de su fe. «Hay que dar testimonio», dijo Tebas.