«Migrar no es un dulce peregrinar, migrar es un drama» - Alfa y Omega

«Migrar no es un dulce peregrinar, migrar es un drama»

El Papa ha recibido a una delegación de los hijos espirituales de san Giovanni Battista Scalabrini y santa Francesca Cabrini, apóstoles de los migrantes

Ángeles Conde Mir
Francisco durante su encuentro con los Escalabrinianos
Francisco durante su encuentro con los Escalabrinianos. Foto: Vatican Media.

Francisco ha recibido este sábado a la familia Escalabriniana fundada por san Giovanni Battista Scalabrini, el obispo que junto a santa Francesca Cabrini humanizaron la acogida e integración de los migrantes. Primero de los italianos en Estados Unidos a finales del siglo XIX y principios del XX y luego a través de una obra que se extiende por todo el mundo. La familia Escalabriniana ha celebrado en Roma un encuentro sobre su espiritualidad.

Impactado por los migrantes italianos pobres que partían

«Dejemos esto bien claro: migrar no es un dulce peregrinar en comunión, sino que es muchas veces un drama», ha dicho el Papa tras saludar a sus invitados. Francisco ha recordado que migrar es un derecho, pero también quedarse en la propia tierra para vivir en paz y de forma digna es un derecho.

«Sin embargo, la tragedia de la migración forzosa causada por las guerras, la carestía, la pobreza y los desastres ambientales es patente para cualquiera», ha continuado el Pontífice que ha alabado la espiritualidad escalabriniana que «concibe a los misioneros de los migrantes como cooperadores del Espíritu Santo para la unidad». Scalabrini, impactado por la imagen de decenas de migrantes pobres que partían para América desde la estación de Milán, concibió la migración de forma completamente distinta hasta ese momento, ha recordado Francisco, una visión «iluminada y original del fenómeno migratorio como un llamamiento a crear comunión en la caridad». Así, emprende una obra para asistir tanto espiritual como materialmente a todas esas personas.

La Iglesia, casa y puerto seguro para todos

El Papa ha lamentado que esa imagen de decenas de desheredados que tanto impactó al joven Scalabrini siga siendo actual. Por eso, Francisco ha invitado a hacer de la Iglesia «una casa y un puerto seguro para todos», no solo con las fuerzas humanas, sino, precisamente «cooperando con la acción del Espíritu y, por tanto, actuando en la historia bajo la guía y con la energía que viene de Dios». Para ello es necesaria la adoración, ha recordado el Santo Padre, tal y como hacía Giovanni Battista Scalabrini.

Francisco no ha querido despedirse de ellos sin antes agradecer su labor que, tal y como ha explicado, ya conocía desde sus tiempos en Buenos Aires.